El virus de la inconformidad
- Rómulo Emiliani (opinion@epasa.com)
¡Cuidado! Que no se contagie usted de este virus. Vacúnese y pronto. Hoy en este Mensaje al Corazón le hablaremos del virus de la inconformidad y de algunas recetas efectivas para no contagiarse de él.
Primero le diremos que el inconformista puede ser un amargado, harto de la vida, o puede ser un perfeccionista, que ha querido construir castillos en el aire, o creyó que iba a vivir en un mundo de ángeles, en un mundo perfecto. Detrás del inconformista puede haber un egoísta, que lo que quiere es tener todo para sí, que quiere tener lo de todos, o puede que sea un exigente que sin merecerlo, pide todo lo bueno de los demás.
Y no me refiero a aquellas personas que son honestas y sanas, que desean superarse. Me refiero a aquél que es un verdadero inconforme, que se queja de que nada está bien hecho; que siempre encuentra una crítica. Si usted se encuentra en esta situación, le proporcionaremos algunos consejos prácticos para salir de ella:
1. Piense y medite en lo desagradable que se ve usted cuando se pasa la vida quejándose y sin hacer nada más. Vaya y véase en un espejo cuando está colérico y enfurecido -que feo que se ve-, por eso le aconsejamos: sea más elegante, no se queje tanto.
2. Antes de quejarse de los defectos de las demás personas, mire por favor, sus propios defectos.
3. La vida es dura e implica mucho dolor y sacrificios; todo lo bueno involucra renuncias para poder conseguirlo. En vez de quejarse tanto, quite un poco de piedras y espinas que hay en este camino de la vida.
4. Si siente que hay algo de su pareja, amigo, compañeros del trabajo o quien sea, que a usted no le agrada, entréguele eso a Dios y ore por usted y por ellos; para poder superar ese malestar y para poder tolerarlo.
5. Si algún día va a quejarse, que sea de verdad para producir un bien, que sea para defender la justicia, para defender su integridad moral y la de otras personas.
6. Aprenda a ser positivo y a sonreír; aprenda a decir que todo marcha bien, aunque no estén las cosas tan bien; aprenda tener disciplina y control de sí mismo y así se quejará menos. Haga ejercicios y adquiera el hábito de la lectura. No se queje de la gente a sus espaldas. Si tiene en verdad algo de que quejarse, vaya y dígaselo a esa persona frente a frente.
No esté haciendo chismes ni comentarios desagradables. Si usted tiene por costumbre hablar de los demás a sus espaldas, que no le sorprenda averiguar que los demás piensen que usted es una persona sin escrúpulos, poco seria y poco confiable.
Aprenda a ser conforme con lo que tiene: con la familia en que le tocó vivir. Sea positivo, y sobre todo no se olvide ¡Con Dios usted es invencible!
Monseñor.
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