La familia
Gran reto
El Estado debería implementar programas de proyectos autosostenibles, de prevención y capacitaciones organizadas, que ofrezcan calidad de vida al que los recibe, no depender de ellos. Trabajar mano a mano con la empresa privada y organizaciones sin fines de lucro serias que desean ayudar, pero están limitadas.
- María de Lourdes de Townshend
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- - Publicado: 21/10/2021 - 12:00 am
Una particularidad de la niñez es retar a los amigos a hacer una cosa u otra. Muy frecuente es ver la presión de grupo en distintos medios, ya sea escuela, oficina, medio ambiente o similares, y muy difícil saber tener la cordura para sobrellevar dicha presión. Muchas veces nos llevan a condiciones extremas de depresión o enfermedades, que no sabemos cómo resolver.
Ahora nos encontramos ante la gran disyuntiva del mayor reto de nuestras vidas. Una pandemia que ha venido a paralizar y cambiar totalmente nuestra existencia. Y que tenemos que afrontar con mucha fe en Dios, valentía, y organización. Nos enfrentamos a un gran cambio.
Somos llamados a proteger, sobre todo, nuestra familia. ¿Lo estamos haciendo? ¿O simplemente nos cruzamos de brazos, cerramos los ojos ante los conflictos que persigue a la humanidad actualmente?
Nuestro gran reto hoy día es luchar por los derechos de los adultos mayores y los valores familiares. Algo que pareciera no existir más. Vemos abuelitos abandonados que escasamente pueden comer una vez al día, ¿es eso justo?
O aquellos que tienen una casita tan precaria, que es irrisorio llamarle casa. También tenemos aquellos que, a causa de no tener ingresos económicos, dependen de un seguro socializado debilitante y tan mal organizado, que solamente para conseguir una cita médica, un resultado de laboratorio, una terapia o medicamento, es un suplicio. Ni qué decir de tratamientos más complejos como resonancia magnética o similares.
O que, deben buscar opciones alternas en Centros de Salud, u Hospital Santo Tomás, que, a mi juicio, es uno de los mejores hospitales con los mejores especialistas, pero que conlleva una burocracia muy grande y muy debilitante para personas mayores aquejados por distintas dolencias.
En estas instituciones, como en muchas de índole oficial, hay funcionarios muy buenos y dedicados, pero también hay quienes dañan la imagen con su actitud poco humana y apática. Ojalá la Administración hiciera una revisión total de su sistema de salud, y valorara a sus ciudadanos en todo lo que valen, pues, al final, es el pueblo el que forma una sociedad y una nación. No sus gobernantes.
Ellos están allí para administrar y hacer cumplir los derechos de los ciudadanos, sobre todo aquellos que, por sus limitaciones, edad, condición física o mental, o pobreza extrema sufren a causa de una mala administración. Pero pareciera ser que estos olvidan su papel, y más bien muchos se aprovechan de sus posiciones.
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¿Dónde están los funcionarios de alta jerarquía? ¿Se conectan con el pueblo? o simplemente, disfrutan de sus altos salarios sin pensar que hay personas que no pueden llevarse un bocado a la boca, o que mueren, por causa de no tener unos dólares para comprar la medicina que el Estado no le provee. Porque es común denominador que cuando un ciudadano llama a una oficina, a toda hora están en reuniones. Y ahora, que todo lo han dirigido a modalidad digital, es una pesadilla.
Pues no hay alternativas que ofrezcan a personas que no puedan seguir estas directrices. No hay ni siquiera escaleras en los centros médicos para discapacitados, ni mucho menos opciones para guiar a personas con necesidades especiales, ni elementos ni plataformas alternas que puedan usar los no videntes, o los que tienen problemas agudos auditivos, (solamente en TV) o tantos otros que se pueden adicionar a la lista. ¿Por qué no crear una línea especial solamente para personas con necesidades especiales? Con agentes pacientes que comprendan.
¿Y los subsidios? No son garantía de un futuro mejor, pues les dan el pescado, pero no les enseñan a pescar. El Estado debería implementar programas de proyectos autosostenibles, de prevención y capacitaciones organizadas, que ofrezcan calidad de vida al que los recibe, no depender de ellos. Trabajar mano a mano con la empresa privada y organizaciones sin fines de lucro serias que desean ayudar, pero están limitadas.
¿Dónde está la organización de un gobierno? En sus funcionarios. La pregunta es: ¿Están estos funcionarios dedicados a las necesidades del pueblo, o simplemente lo ignoran?
Obremos de acuerdo con nuestra conciencia, y protejamos a los ancianos y necesitados. El camino es la solidaridad humana. No el egoísmo.
Jubilada.
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