Inseguridad ciudadana: no es percepción, sino realidad
- Jesús A. López Aguilar
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- Psicólogo
Hace varios años venimos siendo testigos de una queja constante por parte de la población que señala la gran inseguridad en nuestro país. Desde el año 2000, aproximadamente, se ha estado manifestando que nuestro país es más inseguro que antes. Las cifras así lo demuestran, pero no es suficiente para convencer a las autoridades acerca de que deben reconocer que hay un problema real y grave. Hemos sido testigos de cómo las autoridades salen a defenderse alegando todo lo contrario, aduciendo que es un asunto de percepción. Sin embargo, aunque nos dicen que los homicidios han disminuido, que puede ser cierto, no podemos hablar de mejor seguridad tan solo apoyándonos en las cifras de homicidios.
En todos los países ocurre un sinnúmero de situaciones violentas en las cuales podemos ver cómo los homicidios, por ser el delito más grave de todos, siempre preocupan a la población; aun así, debemos tomar en cuenta que no es el delito que prevalece en ningún país del mundo, ya que los delitos que más se producen suelen ser el robo, el hurto, lesiones personales, entre los principales. Un ejemplo: en Venezuela, uno de los países más inseguros del mundo, durante el año 2014 se cometieron nada más y nada menos que unos 24,680 homicidios en total, pero esa cifra palidece ante el 1 millón 785 mil 900 robos, conllevando agresiones, lesiones, heridas graves, incapacitantes en muchos casos, fuertes secuelas psicológicas, sensación de victimización y la revictimización que existe en una población completamente desprotegida. Eso mismo, hablando de Panamá, es lo que vive nuestra ciudadanía.
Las estadísticas de seguridad miden una serie de eventos que llegan a evaluar la sensación de victimización de la población, o sea, que el sentirse inseguro aunque no se haya sido víctima de un delito es, de por sí, un problema de seguridad, porque la gente alberga en su interior la certeza de que puede ser víctima de un delito, tal como ocurre en países como Guatemala, México, Honduras, El Salvador, Colombia, Venezuela, etc., pues aquí ocurre lo mismo. La población no se siente segura ni cómoda dentro de su sociedad, la visualiza como insegura, por lo tanto, no es percepción.
Por ello es que no nos podemos ufanar nada más por las estadísticas de homicidios que, aparentemente, han disminuido; también necesitamos ver las cifras de todos los delitos en su conjunto, estoy seguro de que delitos como robos, hurtos, asaltos, violaciones, abusos sexuales infantiles, estafas, etc., han ido aumentando; decir que es un asunto de percepción no es suficiente para eludir el tema. Criminalidad no es sinónimo de homicidios, es más que eso y por ello los especialistas hablan de criminalidad real y criminalidad estadística, las cuales están formadas por cuatro tipos de delitos:
a) Delitos descubiertos y condenados; b) delitos descubiertos y no juzgados; c) delitos cometidos y no descubiertos y d) delitos impunes y no denunciados, por ello se hace imperiosa una medición real de la criminalidad para tener un mejor conocimiento de la criminalidad nacional. Lo cierto es que como fenómeno social, la criminalidad del país excede de lejos a la expresión numérica estadística de la misma. Por ello, la inconsistencia entre lo que la gente vive en los barrios a diario y lo que las estadísticas muestran. El objetivo es que tanto la criminalidad real como la criminalidad estadística sean bastante similares en sus cuantificaciones, es el ideal. En nuestro país no ocurre eso.
¿Cuántas encuestas nacionales de victimización se han realizado para asegurar que es percepción si la gente no confía ni en la propia Policía Nacional debido a sus constantes abusos? Este, como muchos o todos los tema que guardan relación con el desarrollo social y humano es para informar y educar, no es para utilizar discursos ensayados en la Secretaría de Información del Estado. Tampoco es un tema exclusivo para policías, Consejo de Seguridad ni otros estamentos del ramo: debe participar toda la población.
La determinación de la extensión de la criminalidad es una de las finalidades de la medición criminológica. La tarea es difícil y compleja, por cuanto los límites de la extensión de la criminalidad oculta no pueden establecerse claramente, en el sentido de que la criminalidad puede ser totalmente desconocida, excepto para el autor y la víctima. Para asegurar que la criminalidad ha disminuido no solo en estadísticas, hay que hacer estudios de medición de la criminalidad oculta, de lo contrario ni siquiera las autoridades tendrán idea de la magnitud que representa aquello a lo que se deben enfrentar, seguirán apuntando a disminuir estadísticas, reportes, pero eso no garantiza una disminución real de la criminalidad en el país.
La criminalidad desconocida u oculta se puede medir de acuerdo con criterios que menciono de forma breve: a) El método heterogéneo: utiliza admisiones de delincuentes, especialmente de habituales y profesionales, estudio de casos, estadísticas, expedientes personales, fallos, decisiones, revelaciones de las víctimas, etc., y tiene también en cuenta, el funcionamiento del sistema penal y la experiencia policial y judicial.
b) El método de la autoadmisión por parte de quien delinque: su más importante medio de operación es el cuestionario.
c) El método de la víctima: consiste en la obtención de la información de una persona, sobre los delitos de que ha sido víctima, y a través de ello, de los acaecidos a personas de la casa. El procedimiento común es la entrevista.
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