opinion
La amnesia inducida y la política
Luis Wong Vega - Publicado:
La profesora argentina María Sonderéguer, en su escrito intitulado "Los relatos sobre el pasado reciente en Argentina: una política de la memoria" comienza recordándonos (en torno al valor capital de la memoria histórica en política) que "...La memoria es un relato que confiere sustancia al presente al dotar al pasado de un sentido que proyecta el futuro.Las incertidumbres del porvenir encuentran sus certezas cuando el recuerdo adquiere nitidez, y en esa nitidez marca el presente sus límites y define su forma...".Así, en base al juicio y a las enseñanzas del pasado, se definen evidentemente lo presente y lo futuro.Actuando bajo la luz de la razón y de la lógica elemental, nunca ha sido de otro modo.Pero, en Panamá pareciera que pisar los territorios de la memoria política reciente (y no tan reciente) provoca mucha urticaria, entre ciertos sujetos que necesitan afanosamente borrar las manchas de su oprobioso pasado.El argentino Roberto Fushan, en su trabajo denominado "Memoria del Saqueo" nos trae a la mente cosas demasiado familiares, cuando dice que "...eso es lo que pasó en nuestro país: fue saqueado por políticos inescrupulosos, economistas con intereses en el exterior y militares mesiánicos que aprovecharon la ocasión para meter la mano en la lata y aumentar la deuda externa junto a figuras representativas de intereses extranjeros...".Demasiado común en toda Latinoamérica y demasiado cercano a nuestra propia experiencia.Esto es, precisamente, parte de lo que no quieren que recordemos.La otra parte son los imperdonables delitos de sangre.Ah, pero cuando hablamos de estas cosas, saltan a rasgarse las vestiduras gritando: ¡Campañas sucias! ¡Falacias! Sofismas calumniosos! Porque repasar o releer ese pasado no les conviene.Y menos cuando pretenden hacer ver que su naturaleza ha cambiado, que ahora son otros (supuestamente nuevos y mejores) o sea, lobos transmutados en corderos.Y para ello, necesitan hacernos ver que el pasado no existe, que aquellos que miran para atrás viven en el ayer y así, toda una sarta de frases comunes autoexculpatorias y banalidades diversionistas.El ánimo de todo esto es el mismo desde los días de Maquiavelo: confundir y distraer la atención del electorado para lograr sus arteros e inconfesables propósitos políticos.Así, todos hemos visto y oído en estos últimos meses cosas francamente increíbles.Gracias a muy bien aceitadas campañas de publicidad electorera, han desfilado ante los medios masivos de comunicación toda una cohorte de conculcadores de libertades ajenas, de prevaricadores cínicos y hasta de vulgares forajidos (algunos, beneficiados por generosos e injustificados indultos, otorgados por sus congéneres) ahora relanzados a la palestra electoral, vendiendo simonías, pontificando desvergonzadamente sobre el "futuro del país", arropados en un manto de demagogia enervante, en fin...revestidos de una moralidad apócrifa que da náuseas.Y hoy, medran increíblemente merced a ese pretendido "olvido" al que nos quiere inducir la nefasta partidocracia, de la que forman parte y que los promueve.El escritor franco-búlgaro Tzvetan Todorov decía que "Lo opuesto de la memoria no es la amnesia, es la supresión de la memoria".Tenía mucha razón.Y más, cuando esa supresión deliberada de la memoria ciudadana responde a una bien elaborada trama para reescribir la historia, tratando de borrar todo aquello que no les conviene que se sepa o se recuerde y que es, precisamente, aquello en lo que todo ciudadano con un mínimo de sentido común tiene que basar sus juicios.Precisamente ese es el sentido semántico del término "opinión": una conclusión formada en base al estudio cuidadoso de los antecedentes de un hecho o de una persona.Y no hay opinión más grave, en cuanto a sus consecuencias actuales, que aquella que nos formemos respecto a quién vamos a encumbrar en la Presidencia de la República, cediéndole la potestad de gobernarnos por los próximos cinco años.Pensando en estas cosas, por alguna casualidad he recordado (otra vez) la fábula de Esopo sobre la rana y el escorpión, mencionada hace unos años atrás en una columna de Tristán Solarte.Al igual que él, no creo en reconversiones ni arrepentimientos repentinos.No creo que la gente pueda traicionar su propia naturaleza.¿Podrá nuestra mala memoria, natural o inducida, llevarnos a repetir los mismos errores capitales de 1994 (El Pueblo al Poder) y de 1999 (El Gobierno de los Pobres)? El chileno Dagoberto Pérez Urrutia dice que: "Una mala memoria nos puede dejar una mala enseñanza...".Yo añadiría que esa mala enseñanza nos llevaría a un peor resultado.La circunstancia electoral de hoy es el mejor ejemplo de ello: las decisiones que tomemos, en ninguna forma pueden ir exentas de un análisis serio sobre quién es quién entre los candidatos, en sus ejecutorias reales (y no en virtudes ficticias y liderazgos prefabricados) y en el análisis cuidadoso de lo que cada uno dice o promete.Igualmente, en los antecedentes de la gente que les acompaña, de la gente que les financia y/o, peor aún, de la gente que les aconseja (es decir, de los intereses que les patrocinan y que les prepararán sus agendas de gobierno).Yo he hecho este examen reflexivo, con mucho ahínco y obstinación.Ya he llegado a mis conclusiones definitivas.Sin duda alguna, mi voto será para Guillermo Endara.