La familia, célula básica de la sociedad
¿Qué significa esto? Que nada puede andar sin esa célula básica que es la familia; que no podemos continuar en la célula constituida por uno solo. Dios hizo la pareja para que se compenetrara el uno con el otro y esta es una de las razones por las cuales nuestras sociedades están huérfanas de amor, de comprensión, de satisfacciones y de dar los unos a los otros algo de lo que Dios nos ha dado para desarrollarlo.
Pensemos en lo que es una familia bien constituida donde existe el padre y la madre que con amor atienden a sus hijos, los comprenden, conversan con ellos, porque esa comunicación de hablar entre los miembros de esa familia es la que lleva a esa compenetración y una conformación firme. Esa comunicación es la que evitará los vicios, las malas compañías y será la base de esa familia. Pero hoy solo vemos la comunicación a través de la tecnología; algunos hijos solo conocen la voz de sus padres a través de amonestaciones y llamadas de atención sin comprender que esa atención es lo que necesitan sus hijos para formarse.
Muchas veces vemos hijos que necesitan conversar con su papá sobre algún problema o preocupación, pero el padre no tiene tiempo porque los programas de televisión no se lo dan, o la vida social activa no se lo permite. Resultado: ese hijo busca en los amigos la explicación a sus interrogantes y, muchas veces no es la correcta. Pero ese padre perdió la mejor oportunidad de su vida al no compartir con su hijo sus preocupaciones.
En cambio, vemos hogares formados por solo la madre, porque el padre con la irresponsabilidad que le caracteriza, ha abandonado el hogar sin tener la menor conexión con sus hijos. Y muchas veces vemos cómo esa madre trabaja sola para criar a sus hijos y los levanta dentro de un ambiente de valores increíble, llegando a ser esos hijos profesionales reconocidos y no olvidando lo que esa madre hizo por ellos y devolviéndole, con amor, todos aquellos sacrificios.
Pero existen hogares donde el padre se fue y la madre no ha sabido serlo, dejando como consecuencia la perdición de esos hijos que entran a los vicios y a pandillas, haciendo de sus vidas un desperdicio de muchos que pudieron ser grandes ciudadanos, pero que perdieron la oportunidad.
FORMAR UNA FAMILIA NO ES FÁCIL Y SOLO EL AMOR Y LA COMPRENSIÓN HACEN DE ELLAS, UN VERDADERO HOGAR. ESTAMOS OBLIGADOS A DEFENDER LA FAMILIA PORQUE ELLA ES LA CÉLULA BÁSICA DE LA SOCIEDAD; ESA SOCIEDAD QUE ES LA BASE DE LA ECONOMÍA Y DE LA VIDA DE UN PAÍS.
Llega el momento en un hogar que los hijos se casan y lo abandonan; los padres debemos pensar en que nosotros hicimos lo mismo y esa es la ley de la vida. Sin embargo, esos hijos que se van deben haber aprendido en el hogar que abandonan, que debe prevalecer el amor y la comprensión; que la pareja sea el uno del otro de cuerpo y de mente y que ese hogar con el que han soñado sea permanente. Que el hombre retrate la gracia de ser un papá y la mujer sea afecto y ternura. Que no se vayan a la cama disgustados, sino con un beso de buenas noches. Tenemos que aprender el don de la vida para darlo a nuestros hijos desde que nacen.
En la segunda lectura de la misa del domingo pasado, decía lo que transcribo: Mujeres, respeten la autoridad de sus maridos; maridos, amen a sus esposas y no sean rudos con ellas. Hijos, obedezcan a sus padres; padres, no exijan demasiado a sus hijos para que no se depriman.. Formar una familia no es fácil y solo el amor y la comprensión hacen de ellas un verdadero hogar. Es lastimoso ver la cantidad de hogares deshechos por la incomprensión que a veces hace que el hombre abandone el hogar o la mujer se canse de ser el soporte del mismo. Ambos tienen igual responsabilidad y si así se tratan serán ejemplo para sus hijos y que ellos sigan el mismo camino cuando sean adultos.
Sin familia seremos una sociedad deforme, una sociedad llena de vicios, de valores trastocados, de incomprensión y pobre de espíritu. Estamos obligados a defender la familia porque ella es la célula básica de la sociedad; esa sociedad que es la base de la economía y de la vida de un país. Si carecemos de todo ello, seremos un país sin vida y con materialismo, sin amor.