Panamá
No estás solo
- Monseñor Rómulo Emiliani
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- opinon@epasa.com
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Creer esto es vivir con la confianza y la tranquilidad de que no estamos solos, desprotegidos, hundidos, abandonados. Es caminar por la vida con la seguridad de estar acompañados, defendidos, redimidos, iluminados, guiados.

Hay una sensación errónea y transmitida de generación en generación de que estamos solos y por supuesto, cuando nos va mal, más solos y abandonados. Aunque es verdad que la presencia física de amigos y familiares se siente y es necesaria, y se sufre cuando falta, hay una presencia real, auténtica, permanente y fiel que nunca se va. Es la presencia de Dios. Y de un Dios que es Trinidad, y que como Padre ejerce la función de crearte y amarte, protegerte, acogerte. Y que como Hijo, te redime, te salva, te abre las puertas del cielo, paga por ti los pecados cometidos. Y que como Espíritu Santo te ilumina, te guía, te inspira, te mueve a hacer el bien. Y sin el Espíritu Santo no podrías decir que Cristo es el Señor, ni aceptar a Dios Padre como hijo amado que eres. Ese Dios siempre está contigo.
Creer esto es vivir con la confianza y la tranquilidad de que no estamos solos, desprotegidos, hundidos, abandonados. Es caminar por la vida con la seguridad de estar acompañados, defendidos, redimidos, iluminados, guiados. Es tener un corazón trinitario, inmerso en el corazón de Dios. Es vivir anclado en la eternidad, sabiendo que nuestro tiempo en la tierra es ya parte de la vida eterna, nada más que de manera terrena, limitada, finita, débil, vulnerable. Es saber que somos espíritus encarnados, caminando por un valle de lágrimas. Pero con la certeza de que ya estamos siendo redimidos, salvados. Que estamos bañados, comprados, por la sangre de Cristo, purificados de nuestros pecados, y con la seguridad que da la fe, de que nos espera el cielo prometido. No estamos solos. No. Estamos acompañados día y noche por el Señor.
Nosotros vivimos inmersos en Dios y Él vive en nosotros. Somos cuerpo de Cristo y miembros de la Santísima Trinidad. Amados por el Padre en Cristo.
Amando nosotros al Padre con el amor de Cristo. Y envueltos en el Espíritu Santo que es la unión del Padre y del Hijo. Somos trinitarios. Gracias a la muerte redentora de Cristo. Gracias al amor misericordioso del Padre.
Gracias a la acción envolvente del Espíritu que nos mantiene en el corazón de Dios. Por lo tanto, nunca más digamos que estamos solos, que nos sentimos solos. Porque es no es cierto espiritualmente. No es cierto teológicamente. Es falso. Estamos siempre acompañados, día y noche, desde que nacimos hasta que nos vayamos al cielo. Y allá jamás estaremos solos. Gozaremos de lapresencia divina para siempre. Una presencia plena, absoluta, siempre nueva, hermosa. ¡No estamos solos!
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