opinion
Promiscuidades y licencias
Juan C. Ansin - Publicado:
DE las pandemias que de tanto en tanto sacuden al mundo -guerras aparte- las hay permanentes, como la pobreza y la ignorancia.Ambas son causa y efecto de promiscuidad social.Nótese que no utilizo el eufemismo del analfabetismo o cualquiera de las subdivisiones con que los letrados del pupitre suelen clasificarlas para morigerar un drama que, a estas alturas de la civilización, es un baldón a la supuesta sapiencia del género humano.Me referiré aquí al Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).El cólera azotó el mundo con siete pandemias, la última en 1993.En 1991 atacó Latinoamérica, específicamente el sur, donde hubo 400 mil contagios y 4 mil muertos.En 1918 la pandemia de influenza fue -y ha sido hasta ahora- la más terrible y devastadora, mató a 25 millones de personas en seis meses (tres veces más que todos los muertos en la Primera Guerra Mundial).El SIDA, más la infección subclínica del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), lo padecen 40 millones de personas en el mundo y en 20 años han fallecido 20 millones.Si vemos el mapa de distribución notaremos que en los países ricos y mejor educados -con menor promiscuidad social- hay menos casos y los más pobres y menos educados son los que más la padecen.Como el sexo es un instinto básico primario, es decir, una reacción impulsiva entre los individuos de una misma especie con distinta finalidad, como la satisfacción del deseo sexual o la conservación de la especie, resulta sumamente difícil -y anormal- el poder anularlo completa y absolutamente.Así como tampoco podemos abolir totalmente la reacción de defensa, el hambre o la sed.La represión del deseo sexual trae aparejada una variada sicopatología que puede ir desde la simple neurosis a la psicosis sexual, representada por la paido, zoo, y necrofilia (atracción sexual compulsiva por los niños, los animales o los muertos).Para la prevención del contagio sexual, la abstinencia selectiva o temporal, es decir, el evitar tener sexo completo con parejas desconocidas o con poblaciones de alto riesgo (enfermos con VIH positivo conocido, drogadictos, prostitutas, sexo colectivo o con sexópatas compulsivos, entre otras) es un recurso muy utilizado entre gente bien educada y es de gran ayuda.Si en las relaciones ocasionales evitamos el contacto del semen infectado durante la penetración por medio del uso correcto del preservativo adecuado, obtendremos una seguridad que según distintas encuestas en numerosos países ronda alrededor del 95% al 85%, dependiendo si la relación se establece entre sujetos de bajo o alto riesgo.Como vemos la promiscuidad es, en proporción importante, fuente de contagio.Pero éste no se debe únicamente al contacto entre homosexuales, al comercio carnal y al constante y reiterado cambio de pareja sino también a la desinformación inducida por la promiscuidad de la información errónea, como consecuencia de la mala educación y de creencias religiosas sin evidencia científica demostrada.La interferencia de las instituciones que administran la religión como ideología moral con respecto a la metodología científica para la prevención del SIDA, adolecen de errores conceptuales catastróficos.El sostenimiento empecinado en estos errores, en contra de la opinión de la inmensa mayoría de expertos y científicos, incluso de honestos religiosos conscientes del problema, ocasiona un empeoramiento de la epidemia y contribuye en gran medida a la promiscuidad de ideas y conceptos confusos y tergiversados acerca del SIDA y su propagación.Pareciera entonces que la primera preocupación de algunos profesionales religiosos (que viven de su oficio pastoral) de sus instituciones y sus seguidores, cegados por la neurosis de la culpa o de la obediencia debida, no es la de contribuir a solucionar la propagación del SIDA, sino el de promover su restringido concepto moral sobre la sexualidad humana.Está claro que con estas posturas negativas no es al SIDA al que se combate, sino al sexo.Algunos feligreses todavía creen que el impulso sexual normal es sinónimo de pecado, hasta el punto de convertirlo en una represión compulsiva similar a la padecida inicialmente por algunos psicópatas sexuales.Craso error que la experiencia aclara apenas recordamos la cantidad de veces a la que los medios nos someten con imágenes tentadoras, que la mayoría educada controlamos sin sufrimiento alguno, como lo hubieran hecho Adán y Eva si ambos hubieran tenido información adecuada, la misma que le fue negada por designio divino en el "diseño" absurdo con que fue programada la humanidad.Como hemos visto las epidemias de influenza son más catastróficas y mortales que el SIDA.Dado el terrible peligro demostrado por estas pandemias, me gustaría saber por qué los operadores religiosos y sus seguidores no se han pronunciado o no son tan enfáticos, como con el sexo, respecto a la promiscuidad social y sobre la utilidad del uso adecuado de mascarillas y guantes de látex durante estas peligrosas epidemias periódicas.Las instituciones religiosas y/o algunos de sus feligreses, dado su persistente desenfoque del tema, no han logrado comprender cabalmente la sexualidad humana.Al parecer, ni siquiera como supuesta manifestación divina.Demonizarla, tal como tercamente lo vienen haciendo, lo único que logran es confundir aún más a una población de por sí desinformada e indolente en su desesperanza.Lamentablemente para la misión para la que fueron creadas estas instituciones como predicar el amor sin temor, el persistir en estos errores fomenta una sociedad hipócrita de ciudadanos cínicos, que hacen lo contrario a lo que sus pastores predican o no cumplen con los principios que prometieron cumplir.Estas posturas retrógradas e intransigentes en pleno siglo XXI de la era cristiana, son similares a los errores científicos sostenidos en el medioevo y por los que recientemente se ha solicitado un perdón tardío.Perdón que las víctimas de este flagelo no tienen ya la oportunidad de aceptar o rechazar.(drjcal@psi.net.pa)(*)Antropología cultural.Alianza Editorial, 2005>/i>Felix Ruíz: "Es un problema de cultura, debido al auge que hemos tenido, estamos perdiendo nuestro valores y la esencia de nuestro idioma legado por España".Yamileth Brown: "Hay que darle valor al idioma español y no mezclarlo con el inglés, en los chat se vive esto, acortamos las palabras para no escribirlas completas".Valentín Dugón: "Yo hablo así, es la moda, combinar palabras en inglés con español, pero estoy consciente que esto debe ser mejorado y que se puede perder".Isis Tejeira: "Debemos rescatar nuestro idioma, no podemos degradarlo tan bajo y combinarlo con otras culturas, el español enriquece el alma".José Ros-Zanet: "La juventud ha empobrecido su idioma, utilizan un lenguaje muy pobre.Jóvenes hay que leer mucho para enriquecernos culturalmente".