Sobre la satanización de la política
... en nuestra sociedad se enseña a los menores que todo el ejercicio público deriva en corrupción y que quien se dedica a aquellos menesteres tiene una moral que siempre es cuestionable; que es corrupto por esencia y por destino...
- Arnulfo Arias O.
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- - Publicado: 20/10/2020 - 12:00 am
¿Se puede condenar el acto en sí que sea lesivo a la sociedad sin castigar a aquel que ha sido autor del mismo? El Rev. Martin Luther King, solía decir a sus adversarios que, aunque bombardearan sus casas, o les propinaran improperios, o inclusive los mataran, no tendrían su odio, sino su comprensión; una comprensión reivindicativa, mas no afectiva.
La persona actuaba con violencia, porque fue amamantada en la violencia, porque se nutrió de la ignorancia muy temprana.
Fue, entonces, cuidadoso en condenar el acto y no al actor. La justicia existe, lo que escasea es la mano que la ejerza.
Es igual que la política, que bien llevada y entendida puede procurar mayores beneficios a la sociedad que cualquier otro ejercicio, a excepción tal vez de la religión.
En la antigua Roma era práctica común iniciar a los menores en la vida pública desde muy temprana edad, para que se estuvieran desde entonces familiarizados con la misma. La política se veía como herramienta útil de la convivencia en sociedad, y los acuerdos prevalecieron en el foro como medio para no manchar la espada con antagonismo encarnizado.
Hoy en día, en nuestra sociedad se enseña a los menores que todo el ejercicio público deriva en corrupción y que quien se dedica a aquellos menesteres tiene una moral que siempre es cuestionable; que es corrupto por esencia y por destino; que vive del lucrar de otros sin hacer esfuerzo propio; que genera inevitablemente una corteza dura de la insensibilidad social.
Pero eso no es política, sino la práctica desviada de la misma; un producto deformado que va cobrando forma en el vientre mismo de la falta de conciencia.
Se condena, entonces, la actuación, pero no debe pagar por ello el arte mismo de la convivencia humana, que se ejerce desde el seno más temprano del hogar con tolerancia y comprensión en la familia; que se practica a diario con las reglas básicas de buena vecindad; que teje cuidadosamente los convenios comerciales y consensos; que balancea siempre los esfuerzos capitales con la mano de obra del trabajador.
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La política no es un monopolio de la vida pública, sino una parte íntima y constante de toda sociedad que procure la observancia de la paz y la negociación entre sus asociados.
No satanicemos, pues, el ejercicio comedido, balanceado y natural de la política, que se aprende con la tolerancia y el respeto de la idea ajena y que marca al hombre de la cuna hasta el sepelio.
Abogado.
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