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Sobre libros escolares
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En recientes declaraciones, Priscilla Delgado, presidenta de la Cámara Panameña del Libro, informó que el "principal propósito" de la organización que dirige "es proteger la industria nacional, que los autores nacionales, a través de legislaciones, puedan escribir sus libros, presentarlos y venderlos en el país y en el exterior".Nada de malo tiene promover las actividades nacionales, ya sean económicas o culturales.Sin embargo, a estas alturas de la historia humana, ya se conocen los efectos destructivos que tiene toda política proteccionista, en lo intelectual o la producción, por lo cual haría bien esta dirigente en actualizar sus objetivos.No se requieren más leyes sino un cambio de actitudes y de una regulación ordenada, en la cual organizaciones como la Cámara Panameña del Libro deben jugar un papel de retroalimentación y constante supervisión del régimen educativo y cultural del país.Por fortuna, para nuestros niños y jóvenes, así como el futuro desarrollo intelectual del país, la presidenta vetó no hace mucho, por inconveniente, una ley para proteger de la competencia extranjera a los autores panameños de libros para escuelas, ya que consideró que ese tipo de iniciativas reduce las alternativas en la selección de libros a los estudiantes.Aunque es de la opinión que deben existir los incentivos apropiados para el autor panameño, la presidenta advirtió que no pueden ser el aislamiento ni la prohibición.El problema de los libros importados que muestran datos históricos nacionales equivocados es producto de una pobre supervisión, tanto gubernamental como de los educadores y del sector privado.Existe todo un régimen jurídico que ordena la celebración de concursos de textos entre autores nacionales, establece las diferencias entre distintos textos, ordena la evaluación periódica de los libros escolares, y prohíbe el uso de libros no evaluados por el Ministerio de Educación.Pero las autoridades no aplican ese régimen ni la sociedad se los exige con vehemencia, consistencia y determinación.Vemos en Educación los mismos errores y vicios que prevalecen en el resto del gobierno y nuestra sociedad.La falta de conocimiento, la ausencia de profesionales de carrera dedicados a promover objetivos claros y precisos, el desinterés personal y la carencia de orden y seguimiento producto de los cambios que cada nuevo gobierno implementa o deja de implementar, sólo para mencionar algunos.Si se aprende a sumar en pesetas, se sabrá sumar en balboas, dólares o, por qué no, euros.Y si se leen textos escritos con un español distinto al nuestro (por cierto, sí existen), al menos aprenderemos que hay ciertas palabras en nuestro rico idioma que tienen significados totalmente distintos en otras latitudes.El objetivo debe ser la enseñanza, el aprendizaje, el conocimiento y la crítica, todo lo cual se logra no sólo con textos sino con maestros, profesores, alumnos, la sociedad y un intercambio permanente entre éstos.