Panamá
¿Y dónde está tu hermano?
- Monseñor Rómulo Emiliani
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Las estructuras sociales que marginan, excluyen de los bienes de la creación a multitudes de todos los tiempos tienen su raíz en la codicia humana.
Le pregunto Dios a Caín: "¿y dónde está tu hermano?" Y la respuesta del asesino fue: "Acaso soy yo el guardián de mi hermano." Lo había matado y se desligó de cualquier responsabilidad sobre su persona. Y esto es un símbolo claro y evidente del drama de la humanidad.
Todo el hambre y marginación que hay en el mundo tiene una causa suprema: las estructuras injustas provocadas por generaciones de personas con sus hechos notorios de acaparación de bienes sea por violencia, comercio tramposo, robos, leyes injustas, favoritismos políticos, creación de castas o élites, manipulación religiosa, y otros factores.
Las estructuras sociales que marginan, excluyen de los bienes de la creación a multitudes de todos los tiempos tienen su raíz en la codicia humana. Esa sed insaciable de bienes que termina siendo una adicción sin control de tener y tener, convierte a los seres humanos en depredadores peligrosos.
Al convertirse el dinero en un dios que hay que adorar, los seres humanos están obligados a rendirle culto de las maneras más depravadas. Pongamos el caso del narcotráfico como comercio ilegal en extremo dañino, que ocasiona toda clase de efectos nocivos en la mente y cuerpo humano.
Los participantes activos de este negocio para poder ingresar el dinero de la droga, deben activar toda clase de acciones delictivas: sobornar, amenazar, asesinar, mentir, destruir como sea todo obstáculo que se les presente. El fin justifica los medios. Pero así pasa con toda actividad aún lícita, cuando la persona adora al dios falso.
Trampas, engaños, injusticias, atropello a la dignidad y libertad humana. Sueldos injustos, competencia desleal, acciones judiciales fraudulentas, todo un sistema que excluye a la gente y que hace a unos más ricos y a muchísimos más pobres.
Claro que hay gente millonaria con dinero conseguido de manera honesta y son de admirar. Y más cuando usan su dinero para producir más empleo y hacer obras notorias de caridad. Todo lo que sea fruto del trabajo honrado debe ser apoyado.
Para que no existan más caines, se necesitaría una conversión radical del ser humano, a nivel personal y comunitario, de corporaciones y naciones, que pusieran la erradicación del hambre por encima de cualquier otra cruzada.
Tomar conciencia de que todos somos guardianes de nuestros hermanos. Que todos tenemos responsabilidad de otros. Que somos parte de un todo y que lo que hagamos repercute en los demás. Que lo que hagamos por otro nos lo hacemos a nosotros mismos. Que el otro es parte de mi propio ser.
Que como dice san Pablo, somos todos miembros de un solo cuerpo, que es Cristo Jesús. Esta conciencia de solidaridad fraterna universal es necesaria para un mundo más justo.
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