Corpus Christi en Azuero: Una tradición viva que une fe, arte y cultura en Parita, Herrera y La Villa de Los Santos
Este evento, de raíces profundamente religiosas y culturales, se celebra con especial fervor en dos enclaves históricos: Parita, en Herrera, y Los Santos.
Este año, La Villa de Los Santos fue escenario de un verdadero encuentro internacional de “alfombristas” Foto. Thays Domínguez
En el corazón del Istmo panameño, la región de Azuero se transforma cada año con la llegada de la festividad del Corpus Christi.
Este evento, de raíces profundamente religiosas y culturales, se celebra con especial fervor en dos enclaves históricos: Parita, en la provincia de Herrera, y La Villa de Los Santos, en la provincia que lleva el mismo nombre.
Ambos pueblos, reconocidos como los primeros asentamientos coloniales en esta región, son guardianes celosos de una herencia espiritual que se remonta a los tiempos de la colonización española.
Durante siglos, estos pueblos han mantenido viva una de las tradiciones más importantes del calendario católico: el Corpus Christi, una festividad que rinde homenaje a la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía y que se convierte, en Azuero, en una expresión vibrante de identidad cultural, arte efímero y religiosidad popular.
Guardianes de la tradición
Arístides Burgos Villarreal, historiador y gestor cultural, ha dedicado más de 30 años a la investigación y promoción de las tradiciones del Corpus Christi en esta región.
Según Burgos, el Corpus en Azuero ha logrado evolucionar con el tiempo, adaptándose a los cambios sociales y culturales, pero conservando intacta su esencia.
“El Corpus ha pasado por transformaciones en su forma de celebrarse, pero nunca ha perdido su carácter devocional, su fuerza simbólica ni su belleza ritual”.
“Es un valuarte de nuestras tradiciones, y eso se protege con mucho celo”, asegura.
Parita y La Villa no solo celebran esta solemnidad religiosa, sino que lo hacen como verdaderos museos vivos de la tradición.
Aquí, las prácticas heredadas de la España del siglo XVI se mezclan con elementos locales, dando origen a una expresión única en el país y la región.
Alfombras de arte y fe
Uno de los elementos más esperados del Corpus Christi en Azuero son las alfombras de aserrín pintado, sal, flores y otros materiales orgánicos que se confeccionan meticulosamente para adornar las calles por donde pasará el Santísimo Sacramento.
Estas obras de arte efímero no solo son una muestra de creatividad y devoción, sino que también vinculan a Panamá con una tradición común en América Latina, compartida por países como Honduras, El Salvador, Nicaragua, México y Colombia.
Este año, La Villa de Los Santos fue escenario de un verdadero encuentro internacional de “alfombristas”, artistas del arte efímero religioso, quienes llegaron desde diversos países de la región para compartir su técnica y su fe, llenando de color, símbolos e imágenes religiosas las principales calles del pueblo.
“Ver las alfombras terminadas es como ver un tapiz espiritual tendido para Dios. Sabemos que son pasajeras, que el Santísimo las pisará, y eso es lo que las hace especiales”.
“Son un acto de amor, de entrega y de arte”, comentó uno de los alfombristas internacionales.
Más allá de lo religioso: impacto cultural y turístico
La celebración del Corpus Christi no se limita al plano religioso. En Azuero, la festividad se convierte en una verdadera manifestación cultural que involucra a toda la comunidad.
Danzas tradicionales como la de los diablicos sucios, los diablos limpios, el torito guapo, la montezuma española y otras figuras que representan el bien y el mal, hacen parte de los rituales que tienen lugar en plazas y calles, reforzando la dualidad entre lo pagano y lo sagrado que caracteriza esta celebración.
Este espectáculo multicolor y profundamente simbólico atrae cada vez a más visitantes nacionales e internacionales, generando un impacto positivo en el sector turístico local.
Hoteles, restaurantes, guías turísticos y artesanos encuentran en esta época una oportunidad para dinamizar la economía de estas comunidades históricas.
La festividad se ha convertido, además, en una herramienta educativa y de preservación de la identidad local, al involucrar a niños, jóvenes y adultos en la preparación y desarrollo de las actividades.
Cuidar cada detalle
En pueblos como Parita, donde el Corpus también se vive con intensidad, se pone especial atención a los detalles.
Desde los ensayos de las danzas, la confección de los atuendos tradicionales, hasta la preparación del altar mayor, todo es cuidado con esmero.
“Aquí no se improvisa. Todo tiene un significado, un origen, una historia. Y eso es lo que defendemos”, afirma uno de los encargados del comité organizador en Parita.
Estos esfuerzos se realizan no solo por devoción, sino por convicción de que las tradiciones deben ser protegidas como patrimonio intangible de la humanidad.
En efecto, las comunidades azuerenses han sabido custodiar este legado, transmitiéndolo de generación en generación con orgullo y compromiso.
Un legado que trasciende
La festividad del Corpus Christi en Parita y La Villa de Los Santos es más que una tradición: es una afirmación de la identidad cultural de Azuero, una región que ha sabido resistir el paso del tiempo sin renunciar a su esencia.
El eco de los tambores, las campanas que repican en lo alto de las iglesias coloniales, las calles cubiertas de alfombras multicolores y la solemnidad del Santísimo avanzando entre la multitud, son parte de un legado vivo que sigue latiendo en el corazón de Panamá.
Como dice Arístides Burgos: “Mientras haya fe, mientras haya pueblo, mientras haya niños que aprendan a bailar, a rezar y a confeccionar alfombras, el Corpus Christi seguirá siendo una fiesta de todos, una llama encendida que nunca se apaga”.