Bodas de oro primera aviadora panameña
Publicado 2004/03/01 00:00:00
Hace 50 años, obtuvo sus Alas de Oro, la primera mujer piloto de aviones de Panamá. Efectivamente, la señora Mary Quelquejeau de Galindo fue nuestra primera dama, única en esa época, en graduarse como piloto de aviones. Tuvo la dicha de tener como instructor al padre de la aviación panameña: Marcos A. Gelabert.
Ocurría el año de 1945, y terminada la segunda conflagración mundial, cuando el furor de la aviación se desató en Panamá después de haber quedado suspendidas todas las operaciones aéreas en el país, excepto las militares norteamericanas, el aeródromo de Paitilla era devuelto a Panamá. Se organizaban entonces nuevas empresas y escuelas de aviación. A este período de nuestra aviación lo hemos llamado, "Resurgimiento Aeronáutico", el cual transcurre desde 1944 a 1968.
En junio de 1946 los esposos Inocencio Galindo V. y Mary Q. de Galindo inician sendos entrenamientos con el inolvidable pionero de nuestra aviación, Marco A. Gelabert; al principio vuelan el livianísimo y famoso Piper Cub, luego un Piper Supercruiser; así mismo hicieron vuelos en un Eurocoupe, finalmente un Cessna 120 el cual fue de propiedad de ellos. El 10 de octubre del mismo año doña Mary recibe su licencia de piloto civil convirtiéndose en la primera aviadora panameña.
Durante los años siguientes acumuló más de 200 horas transportando a familiares y amigos a distintos destinos del país. Entre sus distinguidos pasajeros figuraron el expresidente de la República don Ernesto de la Guardia Jr, el general (r) Bolívar Vallarino y don Adolfo Arias Paredes y otros muchos que tuvieron confianza en su pericia y decisiones positivas.
En una entrevista que le hicieran a doña Mary hace algunos años le preguntaron que si alguna vez sintió miedo. La respuesta fue rápida: "Por supuesto que sí; ¡muchas veces! Pero el no tener a quien pedir ayuda es un adiestramiento para aprender a controlar los momentos críticos". "Nuestras avionetas no tenían radios así que había una sensación de soledad absoluta en las alturas. Pera aterrizar dependíamos de señales de luz roja o verde, según el caso, que nos hacían desde la torre de control, pero a veces no había nadie en la Torre y nos guiábamos por la manga de viento o el movimiento de los herbazales que rodeaban la pista".
Entre sus anécdotas jocosas en esa arriesgada profesión, que es la aviación, recuerda esto: "una señora mayor, muy respetable por cierto, la clasificó de "loca" por meterse a volar en un "bicho" que va a toda velocidad, sin pito ni frenos. Otra señora la preguntó confidencialmente: "¿el matrimonio de Chencho y tú no ésta naufragando? Parece muy sospechoso que ambos anden buscando la muerte, cada uno por su lado" En cambio, cuando consultaron el parecer con su mamá sobre la intención de aprender a volar, ella, que ya era anciana, les dijo: "Me parece una gran idea. Si yo tuviera tu edad, estaría haciendo lo mismo".
El domingo primero de diciembre de 1946, hace exactamente 50 años, el aeropuerto de Paitilla se vistió de gala para recibir al excelentísmo señor presidente de la República don Enrique A. Jiménez quien inauguró el Primer Festival Aéreo de Panamá. El señor Antonio Manuel (Tony) Arias Guardia (q.e.p.d.) conocido piloto y gerente general de actividades aéreas fue el organizador del festival.
Según reseña publicada en el diario El Panamá América, "inmenso público concurrió desde tempranas horas a presenciar las arriesgadas pruebas que efectuaron alumnos de la escuela de pilotos de la empresa Actividades Aéreas". Se calculó que más de 8 mil personas asistieron a este evento aeronáutico.
La aviadora Mary de Galindo se destacó en el festival aéreo, realizando una prueba de precisión y habilidad: un aterrizaje con el motor apagado desde 3 mil pies de altura y aterrizando entre dos puntos de la pista señalados de antemano.
Ese día el presidente Jiménez le colocó las "Alas de Oro" concedidas por la Escuela de Actividades Aéreas S.A. a la primera mujer piloto panameña.
Doña Mary ha recibido varias condecoraciones y distinciones; siempre fue muy activa durante sus años aeronáuticos. A pesar del tiempo que ha pasado desde que se retiró por razones de maternidad, siempre le ha interesado el devenir aeronáutico del país; una prueba de ello es haber sido fundadora, entre otros miembros, de la Academia de la Historia de la Aviación Panameña en 1995.
Nosotros, que sabemos del gran entusiasmo, valor e inteligencia de esta agradable dama de nuestra distinguida sociedad, llevamos a ella, en este momento, un mensaje de oro, de gran admiración y cariño por esta destacada mujer en el campo responsable y dinámico que es la aviación de un país, para que en él lleve envuelto en gasas rosadas, parte de los atardeceres que ella admiró en sus múltiples vuelos, que con orgullo y destreza transitó por el cielo sonrosado del verano panameño.
Ocurría el año de 1945, y terminada la segunda conflagración mundial, cuando el furor de la aviación se desató en Panamá después de haber quedado suspendidas todas las operaciones aéreas en el país, excepto las militares norteamericanas, el aeródromo de Paitilla era devuelto a Panamá. Se organizaban entonces nuevas empresas y escuelas de aviación. A este período de nuestra aviación lo hemos llamado, "Resurgimiento Aeronáutico", el cual transcurre desde 1944 a 1968.
En junio de 1946 los esposos Inocencio Galindo V. y Mary Q. de Galindo inician sendos entrenamientos con el inolvidable pionero de nuestra aviación, Marco A. Gelabert; al principio vuelan el livianísimo y famoso Piper Cub, luego un Piper Supercruiser; así mismo hicieron vuelos en un Eurocoupe, finalmente un Cessna 120 el cual fue de propiedad de ellos. El 10 de octubre del mismo año doña Mary recibe su licencia de piloto civil convirtiéndose en la primera aviadora panameña.
Durante los años siguientes acumuló más de 200 horas transportando a familiares y amigos a distintos destinos del país. Entre sus distinguidos pasajeros figuraron el expresidente de la República don Ernesto de la Guardia Jr, el general (r) Bolívar Vallarino y don Adolfo Arias Paredes y otros muchos que tuvieron confianza en su pericia y decisiones positivas.
En una entrevista que le hicieran a doña Mary hace algunos años le preguntaron que si alguna vez sintió miedo. La respuesta fue rápida: "Por supuesto que sí; ¡muchas veces! Pero el no tener a quien pedir ayuda es un adiestramiento para aprender a controlar los momentos críticos". "Nuestras avionetas no tenían radios así que había una sensación de soledad absoluta en las alturas. Pera aterrizar dependíamos de señales de luz roja o verde, según el caso, que nos hacían desde la torre de control, pero a veces no había nadie en la Torre y nos guiábamos por la manga de viento o el movimiento de los herbazales que rodeaban la pista".
Entre sus anécdotas jocosas en esa arriesgada profesión, que es la aviación, recuerda esto: "una señora mayor, muy respetable por cierto, la clasificó de "loca" por meterse a volar en un "bicho" que va a toda velocidad, sin pito ni frenos. Otra señora la preguntó confidencialmente: "¿el matrimonio de Chencho y tú no ésta naufragando? Parece muy sospechoso que ambos anden buscando la muerte, cada uno por su lado" En cambio, cuando consultaron el parecer con su mamá sobre la intención de aprender a volar, ella, que ya era anciana, les dijo: "Me parece una gran idea. Si yo tuviera tu edad, estaría haciendo lo mismo".
El domingo primero de diciembre de 1946, hace exactamente 50 años, el aeropuerto de Paitilla se vistió de gala para recibir al excelentísmo señor presidente de la República don Enrique A. Jiménez quien inauguró el Primer Festival Aéreo de Panamá. El señor Antonio Manuel (Tony) Arias Guardia (q.e.p.d.) conocido piloto y gerente general de actividades aéreas fue el organizador del festival.
Según reseña publicada en el diario El Panamá América, "inmenso público concurrió desde tempranas horas a presenciar las arriesgadas pruebas que efectuaron alumnos de la escuela de pilotos de la empresa Actividades Aéreas". Se calculó que más de 8 mil personas asistieron a este evento aeronáutico.
La aviadora Mary de Galindo se destacó en el festival aéreo, realizando una prueba de precisión y habilidad: un aterrizaje con el motor apagado desde 3 mil pies de altura y aterrizando entre dos puntos de la pista señalados de antemano.
Ese día el presidente Jiménez le colocó las "Alas de Oro" concedidas por la Escuela de Actividades Aéreas S.A. a la primera mujer piloto panameña.
Doña Mary ha recibido varias condecoraciones y distinciones; siempre fue muy activa durante sus años aeronáuticos. A pesar del tiempo que ha pasado desde que se retiró por razones de maternidad, siempre le ha interesado el devenir aeronáutico del país; una prueba de ello es haber sido fundadora, entre otros miembros, de la Academia de la Historia de la Aviación Panameña en 1995.
Nosotros, que sabemos del gran entusiasmo, valor e inteligencia de esta agradable dama de nuestra distinguida sociedad, llevamos a ella, en este momento, un mensaje de oro, de gran admiración y cariño por esta destacada mujer en el campo responsable y dinámico que es la aviación de un país, para que en él lleve envuelto en gasas rosadas, parte de los atardeceres que ella admiró en sus múltiples vuelos, que con orgullo y destreza transitó por el cielo sonrosado del verano panameño.
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