Marissa Irene Novey de Zima
Publicado 2007/06/02 23:00:00
Con el mismo espíritu he visitado el Oriente Medio en cuatro ocasiones en cuatro meses y me he reunido y hablado por teléfono varias veces con el Presidente de Siria, Bashar al-Assad, la última vez en Damasco. Mi objetivo es también entablar una relación que pueda ayudar a moderar los acontecimientos en el Líbano y, más adelante, a que Siria se reincorpore plenamente a la comunidad internacional. La diplomacia discreta y silenciosa no siempre funciona, como digo a veces. Pero puede funcionar, incluso en las circunstancias más tensas, como vimos no hace mucho cuando la crisis de los rehenes británicos con el Irán se resolvió tras bastidores.
La semana próxima, los países industrializados del Grupo de los Ocho se reunirán en Alemania para examinar, entre otras cosas, el cambio climático -una causa que me propongo hacer plenamente mía. Muy a menudo nos referimos al calentamiento de la Tierra como si fuese una cuestión técnica. Hablamos del comercio de carbono, de máximos para las emisiones de gases y de nuevas tecnologías, desde la de automóviles de bajo consumo de combustible hasta la energía solar. Hay que decir que todas ellas son importantes.
No obstante, el aspecto del cambio climático en el que quiero insistir es un aspecto más humano. Tiene que ver con la desigualdad intrínseca del fenómeno. Aunque el calentamiento de la Tierra nos afecta a todos, nos afecta de manera diferente. Los países ricos tienen recursos y conocimientos para adaptarse. Quizá un día dejará de nevar en los pueblos suizos donde se practica el esquí, como me dice un colega que acaba de regresar de unas vacaciones en los Alpes -pero los valles suizos podrían convertirse en una "nueva Toscana", llena de viñedos soleados. Las desventajas para África, ya asolada por la desertificación, o para los habitantes de las islas de Indonesia, que temen quedar sumergidos bajo las olas, son mucho más adversas.
Si hay un tema que unifique mi trabajo, o una visión, es esta dimensión humana -el valor definitivo del diálogo y de las relaciones diplomáticas entabladas con confianza pero también con lucidez, tomando en cuenta cómo afectan las políticas mundiales -nuestras políticas- a las personas y a su vida diaria. Todas las mañanas podemos leer información sobre tragedias humanas en nuestros periódicos. Pero ¿con cuánta frecuencia escuchamos la voz de esas personas?, o ¿con cuánta decisión y determinación intentamos ayudar? Prometo, que esto será lo que haré.
Es el funcionario público internacional con mayor poder e influencia en el mundo. Surcoreano, diplomático de carrera con 37 años de experiencia al servicio de su país y en el ámbito internacional; se le reconoce como experto en negociación sobre asuntos de armas nucleares.
El político coreano de 62 años, se graduó de licenciado en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Seúl y tiene una maestría en Administración Pública de la Universidad de Harvard. Antes de encargarse de la Secretaría General de la ONU, ocupó varios cargos diplomáticos, incluyendo el de embajador de su país en Washington, D.C., en Austria y en la misma Naciones Unidas. También fue Canciller de Corea del Sur.
El octavo Secretario-General de las Naciones Unidas, quien inició funciones el 1ero. de enero del 2007, ha recibido numerosos premios, medallas y distinciones nacionales e internacionales. En 1975, 1986 y luego en el 2006 recibió la Orden al Mérito, máxima distinción de la República de Corea por los servicios prestados a su país.
Nació el 13 de junio de 1944 y está casado con la señora Yoo (Ban) Soon-taek, a quien conoció en la escuela secundaria en 1962. Tiene un hijo y dos hijas. El señor Ban habla además de coreano, inglés y francés.
Ban Ki-moon, se pronuncia "pan gi mun" es el tercer Secretario- General que visita la República de Panamá. El primero fue Kurt Waldheim, quien participó en la Sesión del Consejo de Seguridad celebrada en Panamá del 15 al 22 de marzo de 1973 y luego vino Javier Pérez de Cuéllar en el año 1986.
Invitado por el Gobierno de Panamá, Ban participa durante este fin de semana en la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, OEA.
*(Secretario General de La Organización de Naciones Unidas)
La semana próxima, los países industrializados del Grupo de los Ocho se reunirán en Alemania para examinar, entre otras cosas, el cambio climático -una causa que me propongo hacer plenamente mía. Muy a menudo nos referimos al calentamiento de la Tierra como si fuese una cuestión técnica. Hablamos del comercio de carbono, de máximos para las emisiones de gases y de nuevas tecnologías, desde la de automóviles de bajo consumo de combustible hasta la energía solar. Hay que decir que todas ellas son importantes.
No obstante, el aspecto del cambio climático en el que quiero insistir es un aspecto más humano. Tiene que ver con la desigualdad intrínseca del fenómeno. Aunque el calentamiento de la Tierra nos afecta a todos, nos afecta de manera diferente. Los países ricos tienen recursos y conocimientos para adaptarse. Quizá un día dejará de nevar en los pueblos suizos donde se practica el esquí, como me dice un colega que acaba de regresar de unas vacaciones en los Alpes -pero los valles suizos podrían convertirse en una "nueva Toscana", llena de viñedos soleados. Las desventajas para África, ya asolada por la desertificación, o para los habitantes de las islas de Indonesia, que temen quedar sumergidos bajo las olas, son mucho más adversas.
Si hay un tema que unifique mi trabajo, o una visión, es esta dimensión humana -el valor definitivo del diálogo y de las relaciones diplomáticas entabladas con confianza pero también con lucidez, tomando en cuenta cómo afectan las políticas mundiales -nuestras políticas- a las personas y a su vida diaria. Todas las mañanas podemos leer información sobre tragedias humanas en nuestros periódicos. Pero ¿con cuánta frecuencia escuchamos la voz de esas personas?, o ¿con cuánta decisión y determinación intentamos ayudar? Prometo, que esto será lo que haré.
Es el funcionario público internacional con mayor poder e influencia en el mundo. Surcoreano, diplomático de carrera con 37 años de experiencia al servicio de su país y en el ámbito internacional; se le reconoce como experto en negociación sobre asuntos de armas nucleares.
El político coreano de 62 años, se graduó de licenciado en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Seúl y tiene una maestría en Administración Pública de la Universidad de Harvard. Antes de encargarse de la Secretaría General de la ONU, ocupó varios cargos diplomáticos, incluyendo el de embajador de su país en Washington, D.C., en Austria y en la misma Naciones Unidas. También fue Canciller de Corea del Sur.
El octavo Secretario-General de las Naciones Unidas, quien inició funciones el 1ero. de enero del 2007, ha recibido numerosos premios, medallas y distinciones nacionales e internacionales. En 1975, 1986 y luego en el 2006 recibió la Orden al Mérito, máxima distinción de la República de Corea por los servicios prestados a su país.
Nació el 13 de junio de 1944 y está casado con la señora Yoo (Ban) Soon-taek, a quien conoció en la escuela secundaria en 1962. Tiene un hijo y dos hijas. El señor Ban habla además de coreano, inglés y francés.
Ban Ki-moon, se pronuncia "pan gi mun" es el tercer Secretario- General que visita la República de Panamá. El primero fue Kurt Waldheim, quien participó en la Sesión del Consejo de Seguridad celebrada en Panamá del 15 al 22 de marzo de 1973 y luego vino Javier Pérez de Cuéllar en el año 1986.
Invitado por el Gobierno de Panamá, Ban participa durante este fin de semana en la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, OEA.
*(Secretario General de La Organización de Naciones Unidas)
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