Protesta por desaparición de jóvenes acaba en violencia
El fiscal general Jesús Murillo culpó al alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y a su esposa de las desapariciones de los jóvenes.
Un grupo de manifestantes quemó el Ayuntamiento del municipio mexicano de Iguala, en el sur del país, en protesta por la desaparición de 43 estudiantes y la muerte de seis personas en ataques realizados por policías el pasado 26 de septiembre.
Como parte de la jornada nacional de movilizaciones en repudio a estos hechos violentos producidos el 26 de septiembre, unos 5,000 estudiantes y maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación (Ceteg) marcharon en este municipio para exigir la aparición con vida de los 43 jóvenes.
Al llegar a la plaza donde se encuentra el Ayuntamiento, algunos manifestantes, armados con palos y con los rostros cubiertos, lanzaron cocteles molotov contra el edificio, que acabó en llamas.
El incendio comenzó minutos antes de que el fiscal general Jesús Murillo señalara como autores intelectuales de los hechos violentos al entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y a su esposa, María de los Ángeles Pineda, prófugos de la justicia.
Los carteles publicitarios con las fotografías de ambos que permanecían en el edificio también fueron arrancados y quemados por los manifestantes.
La marcha se trasladó luego a la carretera en la que se produjeron los ataques a los estudiantes, que acabaron con la muerte de tres de ellos y de otros tres civiles y la desaparición de los 43 jóvenes. Según los testimonios de los detenidos por este caso, los jóvenes fueron trasladados a la comisaría de Iguala, de donde fueron sacados por policías y entregados al cartel Guerreros Unidos.