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Mundo periodístico de luto por muerte de presidenta del Post
MEREDITH SERRACIN - Publicado:
Washington.- El mundo periodístico y la comunidad política de esta capital se vistió de luto ayer por el fallecimiento de Katharine Graham, la mujer que llevó a "The Washington Post" a la prominencia en el periodismo estadounidense.Graham, quien dirigió el rotativo en los días en que éste reveló el escándalo Watergate que provocó la renuncia del presidente Richard Nixon, murió el lunes a los 84 años después de haber sufrido heridas en la cabeza a raíz de una caída sobre un piso de cemento el sábado pasado, mientras asistía a una reunión de directores de prensa en el Estado de Idaho.Periódicos desde La Nación de Buenos Aires a El Universal de México y The New York Times, publicaron el deceso de la periodista en sus primeras planas, destacando como Graham, hija del dueño del "The Washington Post" transformó el periódico de un diario mediocre en toda una institución en Estados Unidos.Santiago Cantón, el relator para la libertad de expresión de la Organización de los Estados Americanos (OEA), señaló la trayectoria de Graham como "un astro que iluminó la importancia que una prensa independiente y valiente juega en una sociedad democrática, ya sea de una gran potencia o de un pequeño país".Entre las numerosas rememoraciones publicadas ayer, se destacó la del veterano corresponsal Robert G.Kaiser, quien fungió como subdirector del periódico hasta hace un par de años antes de reanudar su función de columnista."Katharine Graham fue todo lo que los tributos y las necrologías dicen que fue: una pionera, valiente, con dotes tanto para los negocios así como de escritora, una mujer que dejó una gran marca en la historia de su país.Pero los que trabajamos para ella comenzaríamos por decir que fue la jefa ideal."El jefe ideal, y ella se mereció ese título en una profesión en la que las cualidades del jefe son críticas.Katharine Grahamn dio a los empleados del Washington Post el mejor regalo del periodismo: absoluta independencia".Como presidenta de la compañía editora de The Washington Post, Graham reconstruyó el periódico en quiebra que su padre había comprado en una subasta.Tan temida como respetada, Graham dio un giro a su vida cuando el editor, su marido, Philip Graham, se suicidó.Viuda a los 46 años, dejó de ser ama de casa en su mansión del respetable barrio de Georgetown para saltar al más alto despacho de la prensa capitalina; lo ocupó hasta que decidió dejarlo en manos de su hijo en 1991, aunque siempre se guardó una posición de control.A lo largo de las dos décadas en las que ejerció su dominio absoluto sobre el Post, Graham sacó al diario de la ruina y lo transformó en lo que es hoy en día: un conglomerado mediático que incluye desde alianzas con Microsoft para la distribución de información hasta servicios de televisión por cable o semanarios prósperos como Newsweek.Recientemente, Graham completó su carrera y su leyenda con un Pulitzer que premió su autobiografía, Personal History dedicada al relato de una vida auténticamente novelesca.O mejor dicho, dos vidas en una, como Graham escribió en ese libro: la de antes y la de después de hacerse con el control de The Washington Post tras el suicidio de su marido, Philip.LOS SECRETOS DE VIETNAMSuya fue la decisión de publicar en 1971 los Papeles del Pentágono, el estudio secreto sobre la Guerra de Vietnam.Tenía enormes presiones del Gobierno para no hacerlo, e incluso sus abogadas recomendaban no publicarlos.Pero el New York Times había comenzado a ofrecerlos y Graham entendió que era su obligación dar a la opinión pública esos documentos tan comprometidos.Hace unos años, escribió: "Publicar los Papeles del Pentágono hizo más fácil -e incluso hizo posibles- otras decisiones posteriores.Nos preparó a todos -y sospecho que a Nixon también- para el caso Watergate".Katharine Graham siempre ha contado que recuerda perfectamente el momento en el que los periodistas Carl Bernstein y Bob Woodward entraron en su despacho con los primeros hilvanes del caso que acabaría con la presidencia de Nixon.Graham publicó las revelaciones, pero asistía angustiada a la desidia que los otros medios mostraban por la información."Fue un momento de soledad para el periódico.A veces, cuando estaba sola, pensaba: si esta noticia es tan importante, ¿dónde están los demás?".Los demás no hacían falta.El propio Nixon era consciente del poder que tenía el diario que se lo arrebató a él: "En Washington", dijo una vez Nixon, "hay muchos que leen el Post y les gusta, y hay muchos que leen el Post y no les gusta.Pero casi todos leen el Post, lo que constituye un reconocimiento de la habilidad de Graham como editora".En una de sus últimas reuniones con ejecutivos de diarios extranjeros, Graham recibió, el pasado 3 de abril, en sus oficinas a un grupo de representantes de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), encabezado por el licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz, presidente y director general de El Universal.Ealy Ortiz manifestó su pesar por el deceso de la señora Graham "cuya influencia y determinación convirtieron a "The Washington Post" no sólo en uno de los grandes periódicos del mundo, sino en inspiración universal para la prensa independiente".