La economía circular del cobre y la transición verde
La economía circular puede vincularse con la extracción de cobre primario en Panamá a través de varias estrategias.
La economía circular del cobre y la transición verde
Muchas soluciones sostenibles fundamentales para luchar contra el cambio climático -desde las infraestructuras de energías renovables hasta los vehículos eléctricos- dependen del cobre.
El metal por sí solo no puede ser la solución, se debe trabajar para garantizar que las prácticas de extracción, transporte y producción sean ambientalmente responsables y que las tecnologías de energía limpia y la transición verde estén en el centro de la cadena de valor del cobre y de la sociedad.
La vida del cobre es infinita y no tiene una fase final. Una vez extraído, puede reciclarse una y otra vez sin perder sus propiedades, lo que hace que el cobre sea fundamental para construir la economía circular. Un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) denominado "Clean Energy progress after Covit 19 crisis will need realiable supplies of critical minerals", muestra que una cantidad significativa de cobre se utiliza en muchas tecnologías clave de energía renovable, como las turbinas eólicas, los paneles fotovoltaicos, los vehículos eléctricos y los sistemas de almacenamiento de energía.
La economía circular puede vincularse con la extracción de cobre primario en Panamá a través de varias estrategias. Primero, es fundamental implementar prácticas responsables de minería y adoptar tecnologías más limpias para reducir el impacto ambiental en la extracción del mineral. Esto puede incluir la minimización del uso de agua, la gestión eficiente de los residuos y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, la reutilización y el reciclaje del cobre son importantes para reducir la demanda de nuevos recursos y promover la economía circular, crear nuevas empresas y empleos de la economía verde. El cobre secundario también puede producirse reciclando chatarra, así como productos acabados, y tiene las mismas propiedades de rendimiento que el material primario. Según la ICA (International Copper Alliance), durante la última década, más del 30% del uso anual de cobre provino de fuentes recicladas, para un aproximado de casi 9 millones de toneladas anuales, de los 28 millones de toneladas anuales que se consumen a nivel mundial.
La producción del cobre reciclado mundial supone un ahorro considerable en recursos con respecto a su extracción en las minas, concretamente un 85% menos de energía eléctrica (100 millones de Mega Watts /hora). Este ahorro energético conlleva que se evite la emisión a la atmósfera de 40 millones de toneladas anuales de CO2. Igualmente, se reduce la huella extractiva y la destrucción de flora y fauna en áreas de gran biodiversidad.
En Panamá, la confrontación publica sobre la extracción de mineral es evidente y existe una fuerte oposición a la minería metálica en el país. Las protestas, de gran dimensión y alcance, se han centrado en cuestiones como la corrupción y los daños ambientales, con argumentos como que el contrato minero es de gran beneficio para la empresa, la conformación internacional de socios (terceros paises), lo expedito de su aprobación y que los trabajos mineros a cielo abierto destruyen la biodiversidad, contaminan el agua y afectan a las comunidades originarias del corredor mesoamericano.
Para abordar estas preocupaciones, es crucial que la empresa minera trabaje en estrecha colaboración con las comunidades locales, los grupos ambientalistas, las cámaras de comercio y medios de comunicación para garantizar que sus operaciones sean sostenibles y beneficien a todos los interesados. Esto puede incluir la inversión en tecnologías más limpias, gestión de los residuos tanto solidos como orgánicos, la implementación de prácticas de minería responsable y el compromiso con el reciclaje y la reutilización del cobre, entre otras acciones.
En resumen, vincular la economía circular con la extracción de cobre primario en un ambiente de confrontación pública implica un equilibrio cuidadoso entre las necesidades económicas, ambientales y sociales. Es un desafío complejo, pero con el compromiso adecuado, es posible lograr una minería sostenible que beneficie tanto al medio ambiente, a las comunidades locales, a la economía nacional y a la transición verde que todos aspiramos.
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