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La gran responsabilidad de ser padres
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Marisín Villalaz de Arias / Médico (opinion@epasa.com) / -Dice un pensador que los hijos son lo que los padres quieren o han buscado que sean.En casi todo el concepto creo estar de acuerdo con el mismo porque los padres somos los llamados a educar y orientar a nuestros hijos en la vida y, cuando no lo hacemos correctamente, vemos los resultados a largo o a corto plazo.Son diferentes factores que influyen en esto porque está de por medio la parte sentimental, darles cariño, darles el soporte emocional que necesitan y a su debido tiempo para que estén equilibrados en ese campo; darles consejos y decirles lo bueno y lo malo de sus actuaciones sin permitir que ellos profundicen sus errores.SI INSISTIMOS EN NO CONVERSAR CON ELLOS CUANDO LO NECESITAN, CUANDO NOS BUSQUEN PARA HACERLO, ELLOS LLENARÁN SUS NECESIDADES CON EL PRIMERO QUE LOS ESCUCHE, ESTÉ O NO PREPARADO PARA ELLO.Conlleva mucha importancia la comunicación entre padres e hijos; la consideración y el respeto mutuo que se tengan.La comprensión de los adultos hacia los hijos es tan necesaria, sobre todo cuando existen problemas externos, que el acercamiento para resolverlos o asimilarlos enriquece la relación padres-hijos.Los adolescentes tienen la particularidad de creer que todo lo saben y que las situaciones deben ser resueltas a su manera.Para eso existe la comunicación y que los padres puedan conversar con ellos para inculcarles la forma correcta de ver las cosas, porque sus conocimientos solo llegan hasta la edad que han cumplido, mientras nuestra experiencia llega a todos los años vividos y, sobre todo, si han sido aprovechados.Hablamos de la juventud que hoy es tan diferente a nosotros.¡Claro que sí! No en vano pasan los años, evoluciona el mundo, corre la tecnología hasta no poder alcanzarla y la manera de ver las cosas por esos jóvenes no es la misma que la nuestra a esa edad.Si insistimos en no conversar con ellos cuando lo necesitan, cuando nos busquen para hacerlo, ellos llenarán sus necesidades con el primero que los escuche, esté o no preparado para ello.Por eso tenemos tantas pandillas que antes no existían, porque allí encuentran amistad, apoyo, "comprensión", que no encuentran en el hogar, cuando lo tienen.¿Qué me cuentan de aquellos que no tienen padre porque los abandonó y la madre trabaja? Sin embargo, tenemos hogares formados solo por madres que hacen todo el esfuerzo para criar a esos hijos, que vayan a la escuela y luego a la universidad, a veces lavando y planchando.Si la madre quiere que sean profesionales, lo serán y encuentran la manera de lograrlo.Pero si esa madre, el padre o ambos se desentienden de los hijos, o les dan todo lo materialmente necesario a falta de atención y cariño, esos jóvenes no servirán para nada en la vida, no importa el medio social en el que se desenvuelvan.La importancia de los padres para los hijos, hasta en los menores detalles, no será reemplazada por nada.Muchos padres creen que ser duros con los hijos, sobre todo cuando son rebeldes, es la solución al problema.Lo contrario.Entre más abaniquemos esa rebeldía, peor será el resultado posterior.Es indispensable comprender que esos muchachos son nuestros hijos, no extraños.Comprender sus necesidades para llenarlas con una palabra amable, sin guardar rencores ni insistir permanentemente en pequeños errores que esos jóvenes cometen.Por eso lo son, para equivocarse; pero en nuestras manos está hacerlos entender la forma correcta de actuar y de solucionar sus inquietudes.Mientras más conversemos con ellos y los escuchemos, más se nos facilita comprenderlos y comunicarnos.Esta es la mejor forma de protegerlos y de evitar que caigan en drogas, alcohol u otros vicios a los cuales, muchas veces, los empujamos nosotros mismos.Vamos a sentarnos con ellos sin rechazos; atraigamos a esa juventud para tener un mejor control; seamos buenos padres, cariñosos, comprensivos, tolerantes y teniendo en cuenta que nuestra juventud pasó y ahora ellos viven otra época aunque no nos agrade, pero que es la forma actual de vivir.Seamos los mejores padres; vamos a darles un abrazo en vez de una patada; sal a caminar con tus hijos, pásale un brazo por sus hombros y encuentra las palabras para hablar.Verás la reacción porque ellos nos adoran; somos sus padres y ellos nuestros hijos y nada vale más que esa relación.Recordemos esto para siempre: nuestros hijos van primero y enséñales que, para ellos, nosotros somos lo primero también.