No a la energía atómica
En el mundo no hay suficiente uranio de alta calidad como para que la energía nuclear pueda servir para reducir significativamente las emisiones de gases invernadero.
Vista de una central nuclear. Desde la perspectiva económica se puede añadir que se trata de una salida crecientemente costosa. El costo de los reactores se ha elevado entre 22% y 27% en el período que va de 2006 a la actualidad. Foto: EFE.
Entre las llamadas estrategias tecno-optimistas, para enfrentar los problemas ambientales, generadas en buena medida para evitar la necesaria transformación del modelo socioeconómico dominante, se encuentran los alegatos en favor de la energía nuclear. Entre los defensores de esta idea se encuentran grandes empresarios como Bill Gates, así como personajes supuestamente progresistas como Bhaskar Sunkara. Se trata de una visión errada.
En el mundo no hay suficiente uranio de alta calidad como para que la energía nuclear pueda servir para reducir significativamente las emisiones de gases invernadero.
No es suficiente señalar que la generación de electricidad en base a la energía atómica no genera emisiones de gases invernadero. Conocido es el hecho que este tipo de energía es capaz de provocar eventos catastróficos, tal como lo fue, para dar un ejemplo, el accidente de Fukushima. Además, como lo ha destacado Simon Butler, las posibilidades de este tipo de accidente se acrecienta por la presencia de los fenómenos ambientales extremos, los que se han hecho más radicales gracias al avance del calentamiento global.
Dado que la humanidad ya está sufriendo del estrés de agua, también se debe recordar que la generación de energía nuclear demanda la utilización de una enorme cantidad de agua. Esta es muy superior a la que utilizan las energías renovables, como lo son la solar y la eólica.
A lo anterior se debe agregar que la extracción de uranio implica procesos de fracturación hidráulica (fracking), lo que genera el peligro de que el agua contaminada con uranio contamine los acuíferos subterráneos con elementos radiactivos. Es cierto, además, que no existe una forma segura de extraer el uranio, lo que significa que esta actividad está vinculada con fuga de materiales hacia el ambiente, lo que, entre otras cosas, pone en riesgo a los trabajadores, generando muertes innecesarias.
También es conocido el problema de los residuos nucleares que no solo son peligrosos, sino que se descomponen lentamente durante millones años. Este peligro se hace patente en la isla Runit, donde el aumento del nivel del mar amenaza con derribar una estructura en la que están almacenados 3.1 millones de pies cúbicos de desechos radioactivos.
Alegar que la energía nuclear es verde es falso. Si se toman en cuenta los procesos de minería, refinación, construcción y desmantelamiento ligados a este tipo de energía, se encuentra que la emisión de gases invernaderos generados resulta muy significativa. Algunos estudios muestran que esta emisión durante todo el ciclo de vida de las plantas generadoras de energía eléctrica nuclear supera entre 11.9 y 17.6 veces a las producidas por las plantas eólicas y solares.
Tampoco se trata de una energía renovable. En el mundo no hay suficiente uranio de alta calidad como para que la energía nuclear pueda servir para reducir significativamente las emisiones de gases invernadero. De acuerdo con Simon Butler, "si remplazáramos el 70% del uso global de energía con energía nuclear, nos quedaríamos sin uranio en aproximadamente 6 años".
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Desde la perspectiva económica se puede añadir que se trata de una salida crecientemente costosa. Se conoce, por ejemplo, que el costo de los reactores se ha elevado entre 22% y 27% en el período que va de 2006 a la actualidad. También es una salida de lenta maduración, incompatible con la urgencia de la necesaria descarbonización. La información disponible muestra que la construcción de un reactor toma entre 7 y 8 años.
No se debe omitir que la extracción de uranio se ha llevado a cabo despojando a diversos pueblos originarios de sus tierras. Tampoco debemos olvidar la vinculación entre la energía atómica y la posible proliferación de armas de destrucción masiva.
La energía atómica, aun cuando pueda ser un gran negocio para algunos, representa un serio peligro para la humanidad. El único camino real es construir un nuevo tipo de sociedad solidaria.
Economista.