Desigualdades
Reflexiones del contexto sistémico panameño
... rezago en materia de educación pública, salud y distribución de las riquezas, lo cual es vergonzoso y quizás difícil de comprender, si vemos que según la CEPAL Panamá fue el país de Latinoamérica que más aumentó su riqueza nacional (5,3% PIB) en el año 2017.
- Alain R. Morales García
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- - Publicado: 11/11/2019 - 12:00 am
A pesar de que la estabilidad y el crecimiento económico son condiciones prioritarias y necesarias en toda sociedad, las mismas no llegan a ser los únicos elementos para lograr el necesario desarrollo nacional, de hecho, durante los últimos 15 años nuestra economía había venido creciendo considerablemente y al día de hoy, Panamá todavía se posiciona entre una de las economías de más alta y rápida progresión a nivel global.
Sin embargo, esta bonanza solo se concentra en una fracción de su población y en una pequeña franja de su territorio, lo que lastimosamente da lugar a que todavía nos encontremos entre los primeros seis países más desiguales del mundo y el quinto de todo el continente americano.
Con niveles persistentes de rezago en materia de educación pública, salud y distribución de las riquezas, lo cual es vergonzoso y quizás difícil de comprender, si vemos que según la CEPAL Panamá fue el país de Latinoamérica que más aumentó su riqueza nacional (5,3% PIB) en el año 2017.
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Este fenómeno, de profundo desequilibrio en el desarrollo socioeconómico nacional, se vio agravado por la aplicación asimétrica de las políticas públicas de las últimas décadas, que hicieron mucho énfasis solo en el gasto de infraestructuras, en detrimento de la inversión social y agropecuaria requerida.
La mayor parte de estos altibajos, surgen debido a la poca planificación, articulación y coherencia lógica dentro de las políticas sociales y económicas, lo que incrementa los niveles de necesidades insatisfechas en nuestros ciudadanos, generando dentro del país múltiples grados de molestias y fraccionamientos, más aún cuando le sumas otras variantes menos analizadas o mencionadas como lo son las diferencias culturales, étnicas, territoriales, político-ideológicas y laborales, entre otras.
En ese sentido, es necesario resaltar que la pésima distribución de la riqueza sigue siendo nuestro punto de quiebre, cuya mayor afectación la siguen cargando y padeciendo los más pobres, los más rurales y las minorías de nuestro país.
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Me atrevo a decir que en términos generales, los indicadores macroeconómicos internacionales de nuestro país indican que somos muy competitivos, pero con debilidades marcadas en cuanto a la separación de los poderes y el exceso de burocracia.
Sin dejar de lado el necesario análisis sociológico de elementos emergentes como, la corrupción, la poca certeza del castigo, la desconfianza en la justicia local, la poca claridad de las políticas migratorias, la inexactitud de la inversión extranjera y el elevado costo de los alimentos.
Finalmente, se hace imprescindible que los avatares que afectan de manera marcada a todos nuestros ciudadanos y hermanos latinos, sean superados a través del libre diálogo, el consenso, la focalización de la inversión y la reducción de los gastos efímeros subjetivos; para lograr reducir las brechas socioeconómicas, y destrabar los cuellos de botella que afectan el objetivo de lograr una competitividad integral, que favorezca al país con el sendero del desarrollo sostenible, la equidad laboral y la búsqueda del bien común.
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