Regreso a la rutina
Y es que el ímpetu por desobedecer las leyes solo se acentúa cuando las restricciones se refuerzan. Es algo intrínseco en la humanidad. Rechazar a la autoridad es una parte esencial de la democracia, un peso que se contrapone al poder de un gobierno representativo.
Es ahora el momento idóneo para pedir explicaciones del recorte de libertades y para exigir una mejora en las políticas que se toman alrededor de la crisis sanitaria. Foto: EFE.
Durante casi todo el 2020 y en lo que llevamos del 2021 hemos vivido pendientes del reloj, utilizando con mucho cuidado los escasos segundos que papá Estado nos permite usar. La medida del toque de queda se hizo insuficiente como embalse para contener el maremoto de casos que ocurrieron en el país. El ejemplo más claro del sesgo de confirmación es el querer apegarse a una idea negándose a ver que no funciona, buscando hasta el más recóndito ejemplo que, por una vez, haga correcto un error.
Porque la pregunta que surge ahora es, ¿por qué traer endurecer algo que se lleva utilizando desde el 19 de marzo de 2020 y no funciona? Desde ese día, hace casi 64 semanas, con la suma de otras medidas como las restricciones por género, los casos siguieron ascendiendo hasta llegar a la friolera de 4 000 casos diarios, en medio de restricciones en todo el país y confinamiento absoluto para una gran parte de la población.
“Pero es para proteger a la población más vulnerable y poner mano dura ante la indisciplina de una porción del pueblo”, dirán algunos. ¿Cuándo, desde que iniciaron las restricciones, no se han visto casos de reuniones masivas, fiestas ilegales e incumplimientos de la norma? y más importante, ¿por qué en otros países se retiró la veda horaria y la pandemia se ha mantenido bajo control? “Porque en otros países existe ‘la responsabilidad ciudadana y aquí no’”. Este argumento deja en evidencia la poca estima que les tenemos a los millones de personas que se mantienen bajo el yugo de la ley; personas educadas en la cívica que, por atenerse a las fluctuantes reglas, están adentrándose en la miseria personal.
Y es que el ímpetu por desobedecer las leyes solo se acentúa cuando las restricciones se refuerzan. Es algo intrínseco en la humanidad. Rechazar a la autoridad es una parte esencial de la democracia, un peso que se contrapone al poder de un gobierno representativo.
Pero, antes de continuar, creo que debería dejar claro que no estoy haciendo un llamado a la irresponsabilidad. No estoy tratando de alimentar las llamas del caos ni estoy haciendo algún tipo de apología ante la desobediencia que desencadena el aumento de los casos. Habiendo dejado esto bien definido, prosigo.
La elección de un gobierno se realiza, ante todo, pensando en el futuro, en los beneficios que uno como individuo obtendrá con las políticas que se instaurarán. Pero, así como cada cuatro años utilizamos el derecho al voto, también firmamos un contrato que nos obliga a mantener bajo control el poder de los que mandan. Somos nosotros los únicos responsables de lo que haga y deshaga el régimen de turno. Y es ahora el momento idóneo para pedir explicaciones del recorte de libertades y para exigir una mejora en las políticas que se toman alrededor de la crisis sanitaria.
Porque la democracia, como ya lo he dicho innumerables veces, es una virtud complicada de mantener y fácil de perder. La responsabilidad de mantener sano nuestro sistema administrativo es de cada uno de los ciudadanos que, con cabeza fría y pensamiento lógico, se han cansado del tira y afloja de restricciones y recortes liberticidas.
Es una única y sencilla pregunta la que se debe repetir siempre que se vea en el horizonte la probabilidad de imposiciones impopulares, ¿por qué? El debate de cualquier medida no se debe dejar solo en las manos de los que gobiernan. La fuerza de una nación surge del esfuerzo de la ciudadanía por restringir el poder de aquellos que los representan, porque si se le permite a un selecto grupo el poder total del Estado perderíamos lo único que nos distancia de las autocracias, nuestra libertad individual.
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Estudiante panameño en España.