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Su venta genera más deudas que ingreso
RÃo de Janerio - Publicado:
COCLÉ, Penonomé.Para el señor Isaías Ibarra, ya el negocio de los raspados no es como hace unos 20 años, pues todo ha subido y no es rentable, pero -ante la falta de empleos- debe continuar con esta labor que, más que ganancias, trae deudas, porque la leche condensada está muy cara.El señor Ibarra vive en la comunidad de Vista Hermosa a unos cuantos minutos de Penonomé.A diario y desde hace unos 20 años, sale de su residencia a comprar el bloque de hielo, la leche condensada y otros implementos para dedicarse a la venta de raspados desde las 8: 30 a.m.aproximadamente; sin embargo, con preocupación nos comentó que el negocio anda mal, porque la leche condensada ha subido considerablemente.Él cuenta con una carretilla, que -con el paso de los años- ha pasado a ser de su propiedad; allí lleva el hielo y los implementos para vender los conocidos y tradicionales raspados, que le generan ingresos, que lograron que educara a sus hijos; sin embargo, en los últimos cinco años, ha cambiado la situación, pues el raspado tiene un costo de 25 centavos, pero no es rentable porque la leche condensada está por el orden de dos balboas aproximadamente: un costo muy elevado según el vendedor.Cuenta el señor Ibarra que él recorre todo el pueblo de Penonomé vendiendo raspados, en especial, en el área del Mercado y sectores aledaños a las escuelas en horas del medio día y tarde que es cuando más los estudiantes, en especial los de primaria, compran raspados para refrescarse luego de clases.Para este vendedor de raspados, con más de 20 años de experiencia, los días buenos son después de quincena, en verano y época de escuela, ya que es cuando más le compran por el calor y por el entusiasmo de los niños, quienes nunca pierden el deseo de saborear un delicioso raspado.En un día bueno, se puede vender más de 20 balboas en raspado, pero antes esto era dinero, explica Ibarra; hoy día no, porque hay que comprar el hielo que tiene un costo aproximado de tres balboas , la leche condensada y los siropes superan los dos balboas, y hay que comprar más de una lata .Un día malo, para Ibarra, significa que sólo logre recaudar unos B/.12.00 y, a ello, le resta todos los costos de inversión; es por ello que señala que el negocio del raspado, por lo menos en Penonomé, ya no es tan rentable como antes, cuando logró educar a sus hijos.Muchos vendedores de raspados optan por no laborar en días lluviosos, y se dedican a la agricultura; sin embargo, otros lo hacen porque consideran que siempre hay alguien a quien le interesa comprar un raspado para refrescarse.