La Maldición del "Perla negra"
Publicado 2003/07/31 23:00:00
La historia transcurre en el Mar Caribe en el siglo XVII. Para el pícaro y seductor Capitán Jack Sparrow (Johnny Depp), las cristalinas aguas del Caribe, al igual que todos los mares del mundo, representan un gigantesco escenario lleno de misterio y aventuras. Pero la idílica vida de Jack zozobra cuando su enemigo, el astuto Capitán Barbossa (Geoffrey Rush), le roba su barco, el Perla Negra, y ataca la ciudad de Port Royal, secuestrando a Elizabeth Swann (Keira Knightley),la preciosa hija del Gobernador (Jonathan Pryce).
Will Turner (Orlando Bloom), el amigo de la infancia de Elizabeth, se une a Jack para requisar el barco más rápido de la flota inglesa, el HMS Interceptor, en un acto de galantería para rescatarla y de paso recuperar el Perla Negra. Pero el prometido de Elizabeth, el ambicioso y atractivo Comodoro Norrington (Jack Davenport), persigue al dúo y a su variopinta tripulación a bordo del HMS Dauntless. Aunque Will no lo sabe, Barbossa y su tripulación son víctimas de un conjuro que los condena a vivir eternamente y a transformarse cada noche en esqueletos vivientes. El conjuro sólo puede romperse si devuelven el tesoro que robaron. Los increíbles enemigos de los protagonistas cobran vida gracias a unos efectos visuales fabulosos mientras que nuestros valientes héroes luchan sin descanso contra Barbossa y su invencible tripulación de piratas del Caribe.
La "Maldición del Perla Negra" hace renacer el género de película de piratas, y tiene todos los condimentos necesarios y familiares: bucaneros, loros sobre el hombro, un tesoro robado, una maldición, una bella doncella, botellas de ron, islas desiertas, lucha de espadas, y un navío siniestro y fantasmal. Basada en la atracción del parque temático en Disneyland y con buenos efectos especiales, es una película de acción y violencia bravucona que no la hace completamente apta para niños.
En las áreas rurales, donde los caminos están en malas condiciones , se acostumbraba transportar a los enfermos al hospital en una hamaca para no estropearlos en el lomo de un animal. De allí surge "El enfermo en la hamaca".
Hace años, los penitentes eran personas con deudas ante Dios o que pagaban por favores recibidos, quienes no querían que se conociera su identidad cubrían sus rostros. En la procesión se colaban fugitivos de la ley.
Los penitentes caminaban con una armazón de madera de bejuco con pequeñas cruces sobre los hombros. Llevaban los ojos vendados y una soga arrastrando con la que otros los guiaban y pisaban de vez en cuando para hacer más pesada su carga.
Uno de estos "penitentes", huía, cuando se percató de que unos muchachos lo perseguían para saber quien era, se dirigió al cementerio y apresuró el paso. En la prisa tropezó con una de las tumbas, soltando un grito por el dolor, los mozalbetes corrieron como alma que lleva el diablo. De allí surge la leyenda del "penitente de la otra vida".
Cada año el gobierno otorga al Patronato del festival B/.5.000 para su realización, suma que apenas alcanza para sufragar los gastos de las delegaciones participantes y otros egresos necesarios. El año pasado recibieron una cantidad extra que les permitió ofrecer premios significativos a los participantes del concurso, gente humilde que se sintió motivada a inscribirse por el dinero.
Este año, luego de muchas peticiones y ruegos, no se les brindó más dinero. Los organizadores temen ir de lo sublime (el festival del año pasado), a lo ridículo; al desilusionar a los que vienen de montaña adentro esperando ganar un premio y que se tengan que ir sólo con una palmada de felicitación en la espalda. Aman lo que hacen, pero sin los recursos necesarios, temen que se dificulte tanto la tarea al punto de dejar de realizar el festival. Esperemos que esto no ocurra.
Will Turner (Orlando Bloom), el amigo de la infancia de Elizabeth, se une a Jack para requisar el barco más rápido de la flota inglesa, el HMS Interceptor, en un acto de galantería para rescatarla y de paso recuperar el Perla Negra. Pero el prometido de Elizabeth, el ambicioso y atractivo Comodoro Norrington (Jack Davenport), persigue al dúo y a su variopinta tripulación a bordo del HMS Dauntless. Aunque Will no lo sabe, Barbossa y su tripulación son víctimas de un conjuro que los condena a vivir eternamente y a transformarse cada noche en esqueletos vivientes. El conjuro sólo puede romperse si devuelven el tesoro que robaron. Los increíbles enemigos de los protagonistas cobran vida gracias a unos efectos visuales fabulosos mientras que nuestros valientes héroes luchan sin descanso contra Barbossa y su invencible tripulación de piratas del Caribe.
La "Maldición del Perla Negra" hace renacer el género de película de piratas, y tiene todos los condimentos necesarios y familiares: bucaneros, loros sobre el hombro, un tesoro robado, una maldición, una bella doncella, botellas de ron, islas desiertas, lucha de espadas, y un navío siniestro y fantasmal. Basada en la atracción del parque temático en Disneyland y con buenos efectos especiales, es una película de acción y violencia bravucona que no la hace completamente apta para niños.
En las áreas rurales, donde los caminos están en malas condiciones , se acostumbraba transportar a los enfermos al hospital en una hamaca para no estropearlos en el lomo de un animal. De allí surge "El enfermo en la hamaca".
Hace años, los penitentes eran personas con deudas ante Dios o que pagaban por favores recibidos, quienes no querían que se conociera su identidad cubrían sus rostros. En la procesión se colaban fugitivos de la ley.
Los penitentes caminaban con una armazón de madera de bejuco con pequeñas cruces sobre los hombros. Llevaban los ojos vendados y una soga arrastrando con la que otros los guiaban y pisaban de vez en cuando para hacer más pesada su carga.
Uno de estos "penitentes", huía, cuando se percató de que unos muchachos lo perseguían para saber quien era, se dirigió al cementerio y apresuró el paso. En la prisa tropezó con una de las tumbas, soltando un grito por el dolor, los mozalbetes corrieron como alma que lleva el diablo. De allí surge la leyenda del "penitente de la otra vida".
Cada año el gobierno otorga al Patronato del festival B/.5.000 para su realización, suma que apenas alcanza para sufragar los gastos de las delegaciones participantes y otros egresos necesarios. El año pasado recibieron una cantidad extra que les permitió ofrecer premios significativos a los participantes del concurso, gente humilde que se sintió motivada a inscribirse por el dinero.
Este año, luego de muchas peticiones y ruegos, no se les brindó más dinero. Los organizadores temen ir de lo sublime (el festival del año pasado), a lo ridículo; al desilusionar a los que vienen de montaña adentro esperando ganar un premio y que se tengan que ir sólo con una palmada de felicitación en la espalda. Aman lo que hacen, pero sin los recursos necesarios, temen que se dificulte tanto la tarea al punto de dejar de realizar el festival. Esperemos que esto no ocurra.
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