Panamá
Arrasa industria automotriz china
Creo que mi papá, allá al fondo con trascendente sonrisa, paladeaba la escena con mayor apetito que yo, rememorando, tal vez, sus años mozos.
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Actualizado: 05/6/2023 - 12:00 am
Dicen que la diferencia entre un hombre y un niño yace en el precio de sus juguetes. Revuelvo la mirada y como si fuese ayer recuerdo aquellos matutinos sábados de infancia cuando mi padre me recogía en casa posterior a pasar revista en sala 12 del Hospital Santo Tomás, para trasladarnos a la juguetería de Casa Morrison de la avenida 4 de julio.
Mis pueriles pupilas se dilataban ante el espectáculo, símil a un nacimiento Navideño sin ser diciembre, donde la variedad y cantidad de cachivaches parecía interminable.
Creo que mi papá, allá al fondo con trascendente sonrisa, paladeaba la escena con mayor apetito que yo, rememorando, tal vez, sus años mozos.
Con la paciencia de un león quien posterior a analizar el entorno se apresta a embestir su presa, Toño acechaba cercano a la caja y me hacía escoger un juguete entre el bulto que había acumulado en mi carrito, algo que asumo también haría con mi madre en la joyería Fastlicht, donde la cuenta seguramente resultaba más onerosa y la negativa podría resultar en fatídicas consecuencias.
Mi primer automóvil fue un Ford Capri de segunda que adquirí por $1,600 en un lote repleto de banderines rojos en Fremont, Nebraska, durante el verano de 1974.
Resultaba en una amplitud de libertad durante la época de mis estudios universitarios, canjeando los abultados casetes 8-Trac para escuchar entre las baladas de The Beatles, el prodigioso Barry White con su tema Can't Get Enough of Your Love Babe y Sweet Home, Alabama, interpretada por Lynyrd Skynyrd. Ya se hacían evidentes los cambios en el mercado automotriz norteamericano. Mi Ford Capri, como ejemplo, era fabricado por Ford Europe en Saarlouis, Alemania. El apetito por automóviles de fabricación europea y japonesa invadieron la hegemonía de General Motors, Ford y Chrysler.
A inicios del siglo XXI el predominio de la industria de automóviles estadounidense se había erosionado a nivel mundial, sobrepasada por la entrada al mercado de autos nipones, coreanos y europeos de óptima calidad fabricados en sus países de origen e inclusive en Norteamérica.
Corta vida tuvo aquello. Desde 2009, la producción de automóviles en China sumó más del 32% mundial, excediendo la fabricación combinada de Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. Sus 4 mayores fabricantes FAIC, Donfeng, FAW y Changan lideran una burbujeante industria que, a pesar de concentrar sus ventas en el mercado doméstico chino, el mayor del mundo, recientemente han abierto su expansión al resto del mundo, ocupando ya para 2022 el segundo escaño a nivel mundial como exportador de automóviles.
A título personal, queriendo ya reemplazar, o, mejor dicho, complementar mi Toyota Prado Diesel 2004 a raíz del permanente quejido de mi esposa, efectuamos un análisis completo de mercado, incluyendo particularmente mi preferencia por autos eléctricos, llegando a la conclusión, posterior a una sesuda investigación, que la tecnología del mercado de autos eléctricos se perfeccionará radicalmente en unos 5 años, por lo cual limitamos nuestro encauce a autos de gasolina.
Posterior al estudio del universo disponible en Panamá, como resultado de la estrategia de introducción de bajos costos aunada con una indudable dominante tecnología y desempeño, nos apuntamos a la oferta china. Dentro de todas las apetitosas opciones disponibles, optamos por un automóvil Changan Uni-K de recién introducción al mercado istmeño.
Me tocará ahora retomar estudios por mínimo un mes para actualizarme de todas las virtudes de la extraordinaria mecánica que oferta este vehículo que nada tiene que envidiar a ningún otro, ni en su motor, ni en su guapísimo cuerpo, ni en su optima tecnología, por el contrario, convirtiéndose en el referente del mercado istmeño.
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