El negocio de gobernar
En estos tiempos de pandemia, parte de la estructura tecnológica ha jugado un rol importante favoreciendo a los que, en mayor o en menor grado, hacemos la lucha reivindicativa y nacionalista en defensa de los intereses de las mayorías...
El sistema actual no daba margen de participación a la ciudadanía; sin embargo, el confinamiento ha dado la aportación requerida y ha puesto en aprietos al sistema que denominamos “corruptocrático”. Foto: EFE.
Las reincidentes y repetitivas formas de elección popular en nuestro país, producto de la alternabilidad en el poder, básicamente formulada en los gobiernos posinvasión, son la muestra más evidente de la representatividad del poder ejercido por la criptocracia, nos hace inferir que los reales dueños del poder son los acaparadores de riquezas, ya plenamente identificados en nuestro país.
Lo que otrora se conoció como la Doctrina panameñista, o el ideario torrijista, fueron extraídos de las propias entrañas de sus partidos políticos, convirtiéndolos en articulaciones de su eje central al igual que las oenegés y los libre postulados, acuerpados por un discurso sustraído de organizaciones sociales no adscritas a las nóminas de los acaudalados históricos y emergentes, que, a su vez, entran en una clase de pugna con el gobierno de turno, conveniente para enrumbarse a la siguiente convocatoria electorera y procurar mantener el statu quo negociado con antelación, visto y observado en las campañas sucedidas con el aval y consentimiento de los árbitros electorales.
Estos acuerdos tripartitos, entre los acumuladores privados, los partidos políticos y las instituciones, son los orquestadores para gestar la reiterativa forma sistémica de mantenerse en el poder, sin variación en las políticas públicas y en el sometimiento de los ciudadanos sin liderazgo preciso, salvo pocas figuras destacables y honorables que, con ingentes esfuerzos, tratan de hacer docencia cívica, ciudadana y patriótica a la población.
En estos tiempos de pandemia, parte de la estructura tecnológica, ha jugado un rol importante favoreciendo a los que, en mayor o en menor grado, hacemos la lucha reivindicativa y nacionalista en defensa de los intereses de las mayorías, ardua labor, pero no imposible, el sistema actual no daba margen de participación a la ciudadanía; sin embargo, el confinamiento ha dado la aportación requerida y ha puesto en aprietos al sistema que denominamos “corruptocrático”, en jaque en reiteradas ocasiones.
Pero este no descansa y sigue insistiendo en sus acometidas.
La feria incesante de emisión de multimillonarios Bonos del Estado, negociados en el sistema financiero de Estados Unidos, acrecentando nuestra “deuda eterna” y sus utilidades puestas al servicio directo de la banca panameña y el sector empresarial, no así para cumplir y solventar la crisis de los nacionales frente a los embates de la COVID-19, sus inmediatas consecuencias fatales y económicas que padece la mayoría en nuestro país.
Los discursos políticos siempre serán calibrados en endilgarle la culpa, tal cual le recae, al mandatario de turno, que no cesarán los posteriores actos gubernamentales de corrupción como fiel copia de los gobiernos anteriores, en medio de un pueblo que ha madurado políticamente y no escatimará esfuerzos para defenestrar el sistema inhumano de gobierno.
Debemos tener la certeza de que los postulados del bien común no los veremos concretarse en estas fases descalificativas de los “politicones” quienes saben que llegar a la presidencia de la República es una forma de gerenciar una oficina de la cual no son los legítimos dueños, pero coordinan su funcionamiento a favor de sus flamantes patrocinadores siendo al final, ejecutivos dirigiendo al Estado en beneficio de los degradadores de los recursos nacionales.
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Consolidando y constituyendo a la primera magistratura del país en el gran negocio de gobernar.
Debemos acabar este triángulo vicioso y pronto. ¡Acción!
Ciudadano independiente.