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El Nuevo Año
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LO QUE se hizo o no se hizo en el primer año de gobierno tiene muy poco valor práctico, lo realmente importante es lo que se ha planificado para el año que se inició el 1° de septiembre del 2005.Me preocupa el sobre optimismo que pareciera tener su origen en la tasa de crecimiento de la economía.Sin tratar de echar un balde de agua fría puedo decir que aunque se lograra un crecimiento económico rápido y sostenido, sin duda condición indispensable para enfrentar la situación existente en el país, ello no constituirá por sí sola la solución.Sin duda ayudaría decisivamente, pero en ausencia de cambios institucionales y de políticas económicas y sociales más apropiadas y eficaces, hasta se podrían acentuar las desigualdades y contribuir a la discriminación y el conflicto social, a los comportamientos delictivos, al enfrentamiento político y, en general a la insatisfacción, la inestabilidad, la inseguridad y la violencia social.La tarea social que nuestro país enfrenta es de una envergadura abrumadora.No sólo se trata de los enormes déficit acumulado: la vieja pobreza heredada del modelo socio económico anterior, y la nueva pobreza generada por el cambio de modelo, la crisis, el ajuste y la reestructuración.Además, es preciso quebrar y revertir los mecanismos reproductores de la desigualdad que derivan de las condiciones diferenciales de acceso, calidad, eficacia y permanencia, tanto en las actividades productivas privadas como en las infraestructuras y los servicios asistenciales públicos.Las políticas sociales deben se colocadas dentro de este contexto.Por muy eficaces que sean, no son sino paliativos, puesto que constituyen esfuerzos para remar contra la corriente de la política económica.Para que sean verdaderamente eficaces se requieren correcciones sustanciales no sólo en la propia política económica, sino también en la política social.No sólo hay que superar el problema de la deuda externa sino enfrentar además, una profunda reorganización del Estado y sus relaciones con la sociedad civil, y además rearticular un modelo dinámico de acumulación, crecimiento y desarrollo capaz de regenerar un excedente sustancial y en expansión que pueda satisfacer las agudas demandas sociales.La propuesta impulsada por los organismos internacionales encargados de implementar las políticas de ajuste y reestructuración, por los gobiernos de los países industrializados, por la banca transnacional y por sectores empresariales y tecnocráticos transnacionalizados de las sociedades latinoamericanas, continúan siendo la ideología y el programa neoliberal.Ello a pesar de que sus limitaciones sociales y económicas han quedado en evidencia y sus costos políticos están resultando intolerables en muchos casos.Es evidente que un proceso renovado de desarrollo requiere de nuevas dinámicas de inserción internacional, de la elevación de la productividad, la eficiencia y la competitividad, del aumento del ahorro y la inversión; de la reducción, racionalización, flexibilización y mayor eficiencia del aparato estatal.A menos que discrepe con este planteamiento, me hubiese gustado encontrar en el discurso del señor presidente, algunos indicios de cómo lo vamos a lograr.