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La Carretera Transístmica: desidia o desinterés comercial
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Paralela a la ruta del Canal, la carretera Transístmica o vía Bolívar ha sido insustituible en el devenir de la República.A través de ella ha transitado, sin exageraciones ni menosprecio, el progreso del país.El tratamiento que le ha dispensado el Estado, sin embargo, no parece compensar tal condición.Para quienes viajan por esa ruta diariamente, pueden, con razón, sonar a demagogia las reiteradas promesas de arreglarla, ensancharla o modernizarla.Emparcharla ha sido la única realidad que ha prevalecido.La vía parece un embudo largo y estrecho, lo que en las horas pico de la mañana y de la tarde produce que el tráfico sea lento, considerando el incremento sustancial de áreas residenciales, en los últimos años.Peor aun, cuando desde Colón comienzan a viajar los vehículos articulados cargados de contenedores.Después que terminan los cuatro paños, a la altura de milla 8, se encuentran tramos intransitables en Quebrada Ancha, en las Vegas de Chilibre, a la altura de Villa Venus cerca de Chagres, pero la vía hace crisis al acercarse a Colón.Cualquiera diría que contra esa provincia existe una conspiración permanente.Si se considera que la franja de tierra que va de norte a sur, y de la que es parte la carretera Transístmica, quedará involucrada en cualquier concepción o propuesta de proyecto multimodal, la desatención a la Transistmica resulta más preocupante e inexplicable.¿Cuánto en recursos aporta esa vía al fisco? ¿Cuánto se destina a su mantenimiento? ¿Se espera alguna coyuntura especial para proceder en el tratamiento que se merece? A principios de la actual administración las principales autoridades hablaron de su ampliación.Un año y meses después sigue siendo un sueño esa posibilidad, y el tema vuelve a parecer lejano.¿Hay alguna orden de proceder a la vista?En esta expedición estuvo en Cristóbal, San Blas, el Canal de Panamá, Darién, Coiba, Marenco y Puerto Caldera, en Costa Rica.La relación de Roger con Panamá es estrecha.Conoce incluso a sus indígenas y por ellos muestra una pasión singular."Me gustan más los emberá que los kunas porque son menos sofisticados", dijo en su inglés con marcado acento francés.Lo que dice es que los kunas han hecho suya una frase de todos conocida: "one dollar, one dollar".Tomarles una foto tiene su precio, verlos, sonreírles y hablarles, también.Después de 17 veces no es de sorprender que Roger se sienta como en casa.Tan es así, que para su próxima visita ya tiene encargos.A Roger, unos emberá le escribieron una carta pidiéndole una pelota de baloncesto, eso, después de haberles traído medicina para la malaria, la fiebre y el resfriado.Roger seguía conversando amenamente.Al fondo, todo estaba listo.El color de la carne de hamburguesa en la barbacoa anunciaba que podían formar la fila, por lo que el capitán hizo lo propio.Además de los patrullajes, MarViva participa activamente en la discusión del proyecto de Ley No.139 que prohíbe el aleteo de tiburones y que fue aprobado en primer debate en diciembre pasado.Amelie González, abogada de la fundación, aclaró que no se trata de prohibir la pesca de tiburones, sino más bien de "que se aproveche adecuadamente".Según González, a la fecha hay buen ambiente y ella confía en que pronto los diputados la aprueben, pero mientras tanto conviene saber de qué se trata.Al año mueren unos 200 millones de tiburones en el mundo, se estima que la mitad de éstos son por la práctica del aleteo que consiste en "cortar las aletas del cuerpo del tiburón y botarlos los cuerpos o vástagos de los mismos al mar sin aprovecharlos".