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Imposible acallar su conciencia que grita “¡asesino!”
Rosalina Orocú Mojica (rosalina.orocu@epasa.com) - Publicado:
J orge vivió una pesadilla.Una mala hora, una mala acción fue el detonante de una cadena de malos momentos, de malas acciones, y lo peor es que no aceptaba que iba hacia el despeñadero.Se creyó poderoso, libre, pero la fragilidad del ser humano quedó en evidencia cuando, en vez de controlar su mente y sus bajas pasiones, fue marioneta de ellas y manchó sus manos con sangre y, para siempre, quedó prisionero en la cárcel de su conciencia, que no paraba de gritar: “¡asesino!”.Los fantasmas de sus víctimas, sin tregua, lo acosarían toda la vida.¿Cómo llegó a ese extremo un joven que parecía feliz, que todo lo tenía; solo pedía y era complacido ipso facto por sus padres?Ese fue el error.Manipulaba a sus padres.Sus amigos hicieron lo propio con él.Sus miedos, sus vacíos amamantaron al monstruo en que se convirtió.Tras matar a sangre fría a su padre, su madre y cinco compañeros suyos, se vistió con una coraza y la máscara de la indiferencia, aunque por dentro era un niño tembloroso al que se le había escapado toda oportunidad de ser feliz, de lograr la plenitud, de generar vida, de sonreír, de anidar sueños y esperanzas: lo mismo que arrebató a sus víctimas.Con “Bang, bang, estás muerto”, en La Quadra, hasta hoy, a las 5 y 8 p.m., alumnos de la Universidad de Louisville en Panamá, dirigidos por Jaime Newball, alertan sobre la violencia escolar y rinden tributo a estudiantes asesinados en los Estados Unidos.