¿Por qué el tenis no sabe contar? El misterio medieval del 15, 30 y 40 Foto de Andrew Heald en Unsplash
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Cualquier persona que vea un partido de fútbol, baloncesto o voleibol por primera vez captará el sentido del marcador de inmediato, ya que un punto es un punto, se van sumando y gana el que más tenga al final. Pero en el tenis es distinto, pues aquí hay una progresión distinta que no tiene sentido para el espectador ocasional.
Esta anomalía numérica no es un invento contemporáneo ni una estrategia de mercadeo; es una reliquia de la Francia medieval que ha llegado hasta las pantallas de alta definición del siglo XXI. Y a pesar de que el tenis se está actualizando constantemente, la manera de puntuar se quedó estancada en la época en que se jugaba con la mano en los patios de los castillos.
La teoría más aceptada por los historiadores para justificar esta secuencia tan extraña nos remite al sistema sexagesimal y al círculo de un reloj. En el Jeu de Paume, el ancestro del tenis moderno que se jugaba en Francia en los siglos XII y XIII, parece que se usaba una esfera de reloj para marcar los puntos de cada jugador.
Cada vez que un jugador anotaba un punto, la aguja giraba un cuarto de vuelta, de forma que el primer tanto llevaba la manecilla al 15, el segundo hasta el 30, el tercero la conducía al 45 y el cuarto cerraba el juego en el 60. De esta manera, el espectador y los jugadores sabían cómo iba el partido con tan solo mirar la esfera.
Comprender esta dinámica resulta fundamental no solo para disfrutar del espectáculo, sino también para aquellos que analizan las probabilidades en laa apuestas de tenis durante los torneos importantes.
Entender esta interacción es clave para disfrutar el espectáculo y para aquellos que realizan apuestas de tenis durante los torneos importantes, especialmente para los más principiantes en el deporte, pues un mal comienzo y un 0-30 parecería algo imposible de remontar, pero apenas va 3 puntos por encima en realidad.
El 45 perdido y la economía del lenguajeSin embargo, si la teoría del reloj es cierta, probablemente te preguntarás por qué entonces cantamos “40” y no “45”. La respuesta más probable es la necesidad de no perder el ritmo del partido. Es decir, es más sencillo y rápido decir quarante que quarante-cinq.
Con los siglos y la reiteración de los puntos, los jueces y los jugadores fueron abreviando la cuenta por comodidad, acabando así con el “cinco”.
Esta abreviatura se fue estandarizando con el tiempo hasta convertirse en la forma oficial. Así, la lógica matemática se rindió ante la lógica del lenguaje hablado y aquella pequeña imperfección aritmética se convirtió en una verdad indiscutible del reglamento.
Tal vez lo más poético y enredado del tenis sea la manera de nombrar al cero, porque en vez de decir zero o nil, el juez de silla canta Love al comienzo de cada juego. Para los enamorados, esto puede significar que juegan por amor al arte o que al principio del set se quieren.
Sin embargo, la razón más fuerte apunta de nuevo a la alianza franco-británica. En francés, huevo es l'oeuf, y el cero tiene forma de huevo, de ahí que los franceses llamaran así al vacío en el marcador.
Cuando el tenis llegó al otro lado del canal de la Mancha y se extendió por Inglaterra, los angloparlantes no podían pronunciar l'oeuf, y como muchas palabras que conocemos hoy en día, la fonética fue cambiando en la boca de los ingleses hasta sonar como love. Por eso, cuando oímos 15-Love en Wimbledon, no están declarando su amor, están pronunciando mal la palabra “huevo”.
La tradición versus la modernidadDurante décadas ha habido voces que han tratado de racionalizar el tenis, alegando que un sistema 1, 2, 3, 4 sería más comprensible para las nuevas audiencias y aceleraría las transmisiones de televisión. Incluso se han probado formatos innovadores como el Fast4, que simplifican las reglas y acortan los sets.
Pero todos estos esfuerzos se topan con un problema mucho más significativo que la “falta de lógica”: la tradición. El tenis, sin dudas, es un deporte que respeta más la tradición que la eficiencia; es por ello que conservar el 15, 30 y 40 es un homenaje a los caballeros de la Edad Media.
El sistema de deuce o iguales, que ocurre cuando el marcador llega a 40-40, añade emoción. Debe ganar por 2 puntos de diferencia, obligando al jugador a ser superior para llevarse el juego. Esta característica impide que el azar decida una partida en un solo punto y favorece la regularidad mental.
El tenis ha preferido seguir haciendo una cuenta “errada” y a veces mal pronunciada para seguir aportando esa esencia que solo este deporte puede transmitir.