La simpleza atrae en tiempos complicados
- Tom Brady
Se le conoce como “cottagecore”, y Paula Sutton, de 50 años, postea en Instagram (@hillhousevintage) sobre los placeres de recibir visitas, decorar y cuidar del jardín desde su hogar estilo georgiano en el pueblo rural de Norfolk, Inglaterra.
Hay una comunidad en internet que gira en torno a las escenas pastorales de la vida rural, donde un grupo de mujeres adolescentes y veinteañeras, en su mayoría blancas, habitan un mundo donde comparten recetas para hornear pan y fotos de hongos que recolectaron, y tienen tiempo para mirar detenidamente fotos de animales de granja.
Se le conoce como “cottagecore”, y el grupo tiene una nueva estrella en Paula Sutton, de 50 años, quien postea en Instagram (@hillhousevintage) sobre los placeres de recibir visitas, decorar y cuidar del jardín desde su hogar estilo georgiano en el pueblo rural de Norfolk, Inglaterra.
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El auge de Sutton provocó algo de conflicto entre las aficionadas al cottagecore. Algunas especulaban que el hecho de que Sutton fuera negra, la hija de inmigrantes de Granada que llegaron a Gran Bretaña, molestaría a las influencers en su mayoría blancas que dominan el cottagecore.
Sutton dice llevar la vida que quiere y nunca se le ocurrió que no perteneciera. Hoy en día, con mucha gente en busca de un escape de sus vidas enclaustradas, sus posts de Instagram cuidadosamente curados de la campiña inglesa le han atraído unos 377 mil seguidores.
La vida aislada le sienta bien, declaró Sutton a The New York Times. “Siempre me he sentido contenta estando en mi propia compañía y nunca he sido muy sociable”, comentó. “No es raro que pase tiempo en mi jardín, yo sola todo el día”.
La estética cottagecore, escribió Isabel Slone en The Times, incluye “un área de pasto verde donde los rayos del sol se filtran entre las hojas formando motas, venaditos dormitan, un montón de hongos silvestres crece bajo los pies y el borboteo de un riachuelo se escucha débilmente a la distancia”.
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No hay teléfonos vibrando con notificaciones ni correos electrónicos que responder fuera de horas de trabajo.
Algunos dicen que el cottagecore es una reacción al minimalismo, un estilo de diseño de interiores dominado por paredes pintadas de blanco, grandes arbustos perennes tropicales y un sencillo mobiliario de imitación de mitad de siglo. Kyle Chayka, un crítico cultural, llamó a esta estética “Airspace” en el 2016.
Sin embargo, si las delicadas carpetitas tejidas a gancho y las rosas de mayo son la antítesis del lienzo simple del minimalismo, ambas escuelas están arraigadas en la falsa idea de que un entorno perfecto le permite a uno ejercer control sobre la vida.
Ambas son poco realistas, repletas de escenas domésticas que son imposibles de reproducir en la vida real.
Chayka dijo que su nuevo libro, “The Longing for Less” (El Anhelo por Tener Menos), fue inspirado en parte por la mercantilización del minimalismo a través de libros de autoayuda por autores como Marie Kondo y minoristas dirigidos a satisfacer fantasías de almacenamiento.
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Su libro traza la filosofía de los estoicos y de Henry David Thoreau, y ve “una estrategia de evasión, sobre todo en un momento en que la sociedad se siente caótica o catastrófica”.
Sarah Cavar, de 21 años, alumna universitaria de último año en Mount Holyoke College, en Massachusetts, se sintió atraída al mundo imaginario del cottagecore, siguiendo más de 600 cuentas con temática de animales de granja en Instagram.
Su enamoramiento llegó a su fin cuando visitó una granja de verdad. Cavar, quien es una persona no binaria, se topó con bichos, estiércol y una cabra que embarró su excremento “no solo en la suela de mis sandalias Birkenstock”, como escribió en un blog llamado “Et Tu, Cottagecore?”, “sino también en mis muslos y la entrepierna de mis shorts”.
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