Educación y pandemia
... una deficiente educación, que no propicia una fuerte identidad nacional, aspectos culturales que no favorecen la superación personal ni la excelencia, costumbres alimentarias y nutricionales, generadoras de enfermedades como la obesidad, diabetes; poco interés en el autoaprendizaje, baja autoestima, la tara cultural del juega vivo...
- Luis A..Camaño
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- - Publicado: 24/1/2021 - 12:00 am
Términos como cultura y civilización, creatividad e inventiva, reciclaje, salud ambiental y desarrollo sostenible, deberían ser el lema que guíe los nuevos programas educativos. Foto: EFE.
El desarrollo de una nación no puede construirse solo desde una perspectiva económica, sino también con una educación que considere todos los componentes espirituales, morales y materiales del ser humano.
El hecho de que Panamá se encuentre a principios de este año 2021 entre los países del mundo con un mayor número de contagios por la COVID-19, con una pequeña población que no alcanza los cinco millones de habitantes, significa que gran parte de la población panameña está pagando el precio de la falta de una verdadera política de educación integral, producto de la indiferencia y el desinterés en el que por décadas nos han tenido, por su conveniencia, gobiernos e influyentes actores sociales de nuestro país.
El resultado de lo anterior ha sido una deficiente educación, que no propicia una fuerte identidad nacional, aspectos culturales que no favorecen la superación personal ni la excelencia, costumbres alimentarias y nutricionales, generadoras de enfermedades tales como la obesidad, diabetes, del corazón, etc.; poco interés en el autoaprendizaje, baja autoestima, la tara cultural del juega vivo, motivo de orgullo para muchos, un concepto de diversión mal comprendido, basado en el abuso de alcohol y otros vicios, poco interés en la investigación y la lectura, machismo, carencias de normas de urbanidad y cortesía, falta de civismo, explotación de la mujer, por mencionar algunos.
Definitivamente, sería ingenuo pensar que una sociedad debilitada por estas características estaría preparada para enfrentar con éxito un "estado de guerra" o de profunda crisis como el que vivimos desde el último año, 2020, por el surgimiento de la pandemia del coronavirus, circunstancia sin precedente en la historia de nuestro país.
Creo y estoy seguro de que a estas alturas, autoridades y ciudadanos, nos hemos dado cuenta que ya que la educación, entendida como un factor desarrollado en toda su extensión, es necesariamente uno de los elementos clave para salir airosos cuando se nos presente alguna coyuntura que amenaza la salud y el desarrollo del país.
La nación que busque una fuente de dinamismo para un desarrollo sostenible e inclusivo para toda su población y que esta se extienda por un período considerable, debe necesariamente invertir en una educación integral, pues esta es la energía renovable definitiva para encontrar el tan ansiado estado de satisfacción o desarrollo para cualquier sociedad.
Creo que los gobiernos de Panamá deben invertir en la educación integral, con igual determinación que ponen en invertir en la "explotación minera y en el uso de los ríos para generación eléctrica", entendiendo que la educación de la sociedad panameña, es nuestra energía renovable, y es que en una economía mundial del conocimiento, las sociedades que eligen invertir en una educación integral apuestan a un futuro ganador.
Términos como cultura y civilización, creatividad e inventiva, iniciativa, investigación, nuevas tecnologías, previsión y oportunidades, reciclaje, salud ambiental y desarrollo sostenible, deberían ser hoy día, el lema que guíe los nuevos programas educativos como una consecuencia de la dura experiencia que se vivió en los inicios del segundo milenio de la era cristiana.
Catedrático de Geografía.
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