En bloques
Son épocas de cambios llevados a cabo para poder marcar su nombre en los anales del tiempo decidieron convertirse en partícipes de un movimiento que solo busca derrocar a la democracia e implantar un régimen autoritario.
En 1945, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, el mundo se partió en dos bloques económicos. La carrera armamentística llevó al planeta a estar atento ante cualquier posibilidad de una guerra abierta entre ambos bandos, pero el miedo a la aniquilación mutua contenía a los líderes de las potencias de abrir un frente bélico entre naciones nucleares. La presión se liberaba con guerras subsidiarias. Esa era la manera que tenían ambos conjuntos para debilitar la moral, el presupuesto y las estrategias de su oponente. Este tira y afloja llegó a su fin en 1991 con la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Pero se fue debilitando con el aumento astronómico del presupuesto militar americano y con las revueltas liberales en Alemania, Polonia, el Báltico, República Checa y Ucrania.
Este panorama se está repitiendo en el mundo actual. Se está regresando al conflicto encubierto, a la pelea de dos bloques económicos. El regreso de la división hará más difícil superar la devastadora crisis que se asoma. Latinoamérica es el ejemplo perfecto del futuro. Países que, por miedo a ser catalogados como el "enemigo", rechazan las ayudas y las soluciones. La división que se muestra en la misma sociedad entre los jóvenes ideologizados y los gobiernos conservadores hacen que el Estado se vaya pasando de mano entre demagogos y facinerosos que sepan cómo vender humo a los miles de ciegos movilizados por sentimientos y no por ideas.
Y sé que este discurso lo he repetido hasta la saciedad en frases que, si son dichas al unísono, hacen un mismo discurso en contra de lo que está ocurriendo. Pero es que no quiero ser el tibio que no pelea por sus ideales, aquel que, por miedo a convertirse en un paria, no expresa sus sentimientos rechazando las ideas que se han tratado de implantar en la sociedad durante décadas. Los tiempos actuales son épocas de cambios llevados a cabo por un grupo de estúpidos que para poder marcar su nombre en los anales del tiempo decidieron convertirse en partícipes de un movimiento que solo busca derrocar a la democracia e implantar un régimen autoritario.
Esta semana se vuelve a la puja entre los dos bloques para ver quién se queda con Perú. Las elecciones del próximo 6 de junio han sido una muestra constante que el bloque controlado por Caracas y La Habana necesitan del lebensraum, de un espacio vital. En los últimos años se vieron rodeados por un grupo de Estados que los rechazaba y han logrado reconquistar las órbitas de los países más importantes del Sur del continente.
Y lo curioso de esta "guerra fría" es que no tenemos a una gran potencia gobernando sobre las demás naciones. Claro, el financiamiento llega desde la casa del patrón, pero los golpes, las acciones, las ideas y las movilizaciones van de la mano de la propia mentalidad del país. Ya no habrá una crisis de los misiles en Cuba, un Vietnam, un Muro de Berlín o un Afganistán, afortunadamente; porque ahora se luchará por ver quién es el que recibe el visto bueno para construir obras, estamos entrando en la Guerra del Concreto.
Dependiendo de a quién le preguntes y guardando las distancias debidas con la enorme tasa de muertes y enfermos, esta pandemia puede ser la mejor oportunidad para regresar al modelo keynesiano de la economía. Intervención y construcción, a grandes rasgos, serán las únicas opciones válidas para superar la fuerte crisis que ya está en el horizonte. Megaconstrucciones y "presas Hoover" que se pagarán con el capital de alguno de los dos bloques económicos actuales. Un perverso juego de Monopoly a gran escala.
Estudiante panameño en España.