El fracaso del encierro
Somos de espíritu competitivo. La pandemia no nos puede doblegar. En Japón, solo para dar un ejemplo, ya la nación empieza a organizar su modo de vida de manera tal que la convivencia entre sus habitantes empieza por una clara lectura de "aprende a convivir y vivir con este virus".
Desde que llegó a Panamá la COVID-19 (Coronavuris), presentándose el primer contagio y, luego, desatándose el número de los contagios y produciéndose la muerte de tantos panameños, he dedicado más de una decena de artículos en los que he analizado este tema. Porque nos ha importado a todos esta pandemia. Porque el encierro y el pánico hicieron de nosotros, en algún momento de nuestras vidas y durante estos siete meses que llevamos de agonías, zozobras y decepciones, seres disminuidos, física y mentalmente, hemos sido afectados. Unos más fuertes, otros menos, pero todos hemos sido agraviados.
Agravios psicológicos, económicos, relaciones de familias golpeadas y minimizadas, relaciones sociales suprimidas, libertad de tránsito casi inexistente, poder adquisitivo disminuido, comerciantes golosos que se han aprovechado de la pandemia y han extorsionado al pueblo con costos o precios elevadísimos de los productos de primera necesidad o de la canasta básica y ¿qué no de decir de algunas farmacias que han expoliado al pueblo, igualmente, incrementando los costos de los medicamentos? Todo esto ha sido una parafernalia de calibre mayor.
Hemos sido decepcionados por muchos. Desde las autoridades que gobiernan hasta por supuestos líderes de opinión que han pasado agachados y ni siquiera se han asomado a emitir conceptos o criterios. No los juzgo.
Pero hay que mantener la moral en alto, ser siempre uno, no variar, no claudicar. El pueblo necesita, hoy más que en cualquier otro momento de nuestras vidas, que se le oriente, analicen los temas, que se le precisen conceptos y se le asesore. ¿Se han ausentado acaso las mentes pensantes del país? ¿Acaso los acorraló el miedo o la pandemia anulando el juicio crítico y la capacidad aguda para opinar?
Creo que hay que salir: hablar, protestar, criticar de modo objetivo, sugerir, proponer, todo en aras de colaborar para hacer de nuestro país una nación pujante. A los panameños siempre nos ha caracterizado ser personas de empuje, de avances, de aspirar a algo mejor, no quedarnos rezagados u observando, pasivamente, cómo otras naciones nos superan.
Somos de espíritu competitivo. Nos gusta competir y ganar. Compitamos y ganemos. La pandemia no nos puede doblegar. En Japón, solo para dar un ejemplo, ya la nación empieza a organizar su modo de vida de manera tal que la convivencia entre sus habitantes empieza por una clara lectura de "aprende a convivir y vivir con este virus". Más temprano que tarde, el virus se irá debilitando y desaparecerá.
Pero encerrados, en casas, habitaciones o apartamentos, donde la ventilación es casi ausente, no lo lograremos. Ya se ha dicho, por los expertos, que se requieren áreas abiertas, ventiladas, respirar aire puro, salir, ejercitarse, caminar, pero nadie hizo caso en este país.
También los expertos nos han dicho, desde hace varios meses, que el encierro o el confinamiento no era bueno. Que no era la mejor manera para combatir los contagios. Pero no hicimos caso, seguíamos, como papagayos, repitiendo lo que la OMS mandataba. Fuimos borregos al matadero. Así de sencillo.
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Para colmo mayor, ahora aparece uno de los asesores de la OMS, para enfrentar la pandemia de la COVID-19 señalado que: "Nosotros, en la Organización Mundial de la Salud, no abogamos por los encierros como el principal medio de control de este virus" (Dr. David Nabarro, uno de los seis enviados especiales de la OMS para la COVID-19, en declaración dada al medio británico The Spectator).
Recuerdo, como si fuera ayer, que uno de los primeros artículos que escribí sobre el tema, lo intitulé "Casa por Cárcel". Manifestaba mi absoluto desacuerdo con el encierro. No pocos me cayeron en tandas para amedrentarme. Unos me llegaron a decir que era un desalmado pensando solo en mí y no en los demás. Otros dijeron que cómo se me ocurría desafiar a la OMS. Pero bueno, el tiempo, señor que nunca se equivoca, suele dar la razón y reconocerla a quienes la tienen.
También escribí un artículo aportando una serie de posibles medidas a adoptar frente a la pandemia y desde hace más de cuatro meses sugerí que, así como se abrían los comercios, también se aperturaran las playas, los parques y sitios naturales. Ahora resulta que, aunque tardíamente, pero se reconoce la necesidad de la recreación de la población. Los más afectados con el encierro: Los niños, los que tienen limitaciones cognoscitivas y motoras, jóvenes en crecimiento y los ancianos.
No hay duda de que la agenda globalista ha fracasado. Sin embargo, en plena pandemia, sin ningún tipo de resquemor espiritual o de otra naturaleza, salieron los defensores de la homosexualidad, del aborto, de la eutanasia, de la fecundación in vitro, etc., a defender la agenda. Hasta "atacar" a Dios mismo calificándolo de una manera vergonzosa conforme a sus propias depravaciones.
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No obstante, los países, aquellas naciones, que mantuvieron un patriotismo y una autonomía de gobierno, que no se dejaron guiar por la agenda globalista y adoptaron fórmulas propias, con sus talentos, les ha ido mejor que aquellos que, como la nuestra, solo movíamos la cabeza, cuales casangas de jaula, ante lo que el Ministerio de Salud, inspirado en la OMS, repetía.
Abogado.