La Navidad 2020
El verdadero espíritu de Navidad lo expresa San Nicolas de Bari, consagrado como obispo de la ciudad de Mira en el siglo IV, quien puso toda su gran fortuna heredada al servicio de los más necesitados. De él se dice que "todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres".
El verdadero representante de la Navidad no es el Santa Claus comercial que nos invita al consumo, el que, además, no parece haberse enterado que su hábitat, el Polo Norte, está desapareciendo a causa del sobrecalentamiento global. Foto: EFE.
El 2020 ha sido un año difícil, acosado por la muerte, el dolor, el aislamiento y la soledad, así como por las necesidades básicas insatisfechas y por mucha incertidumbre. En él, sin embargo, también aprendimos que la solidaridad, la compasión y la ternura con los necesitados, a diferencia de lo que propone Hayek, no son sentimientos atávicos, sino necesidades inherentes a la sobrevivencia de la especie humana.
Ahora que nos acercamos a la Navidad es útil reflexionar sobre este acontecimiento y su significado en nuestras actuales circunstancias. La Navidad, en que celebramos el nacimiento del niño Dios, es una fecha de esperanza, del inicio de la redención que nos llevará hacia una nueva vida basada en la fraternidad universal.
No es casualidad, entonces, que, pese a que no se conoce con certeza la fecha del año en que nació Jesús, se haya escogido el 25 de diciembre para su conmemoración. La misma coincide con la celebración por los antiguos romanos de la festividad del "Natalis Solis Invicti", en la que el sol renacía. Además, coincidía con una época de descanso, en que las actividades comerciales y las guerras quedaban suspendidas, durante las llamadas festividades de Saturno.
Retornar al sentido profundo de la Navidad significa entender que no se trata de volver a lo que existía antes de la pandemia, que la llamada "nueva normalidad" no significa regresar a un mundo que gira alrededor del lucro, en el cual los abusos contra la naturaleza amenazan con hacer desaparecer la vida humana.
San Lucas en su Evangelio nos recuerda que cuando el Niño Dios nació, la Virgen María "lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque no habían encontrado sitio en la posada". Un niño que nace en condiciones que hoy llamamos de carencia, nos está recordando que el nuevo mundo que debemos de construir, luego de la pandemia, deberá basarse en la opción preferencial por los pobres. Es ante este ese niño, en pobreza, que se rinden las riquezas en forma de oro, incienso y mirra.
El nacimiento de Jesús en un pesebre, muy cerca de la naturaleza, adorado por humildes pastores, nos recuerda que somos parte de esta, a la que como buenos hijos tenemos que respetar, cuidar y proteger.
No es extraño que San Francisco de Asís, quien originó la hermosa tradición del pesebre, se encuentre en un lugar muy especial entre quienes muy tempranamente, en el mundo occidental, entendieron la necesidad de una especial ternura hacia la naturaleza.
La práctica del consumismo desenfrenado y provocado que ha venido caracterizando las navidades, mecanismo utilizado por los actuales mercaderes del templo a fin de elevar sus ganancias, constituye una desviación del verdadero sentido de la Navidad. Este no apunta hacia el hedonismo impulsado por el individualismo, sino que destaca la necesidad de compartir, sobre todo en momentos en los que una gran mayoría de la población sufre carencias materiales. El consumo ostentoso, sobre todo en las actuales circunstancias, es una cruel afrenta hacia los más necesitados.
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El verdadero representante de la Navidad no es el Santa Claus comercial que nos invita al consumo, el que, además, no parece haberse enterado que su hábitat, que se supone es el Polo Norte, está desapareciendo a causa del sobrecalentamiento global.
El verdadero espíritu de Navidad lo expresa San Nicolas de Bari, consagrado como obispo de la ciudad de Mira en el siglo IV, quien puso toda su gran fortuna heredada al servicio de los más necesitados. De él se dice que "todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres".
La felicidad en la actual Navidad solo puede provenir del compromiso de construir un mundo de fraternidad y de respeto a la Naturaleza.
Economista.
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