Reapertura del turismo
Es el momento no solamente de buscar fórmulas para la vacunación masiva expedita sino también para forjar programas que sirvan de atractivo para un turismo que aun observa en Panamá la ausencia de brillo como destino, una pobrísima calidad de oferta y un producto muy caro con niveles muy bajos de satisfacción del universo de visitantes.
Panamá debe forjar programas que sirvan de atractivo para un turismo que aun observa la ausencia de brillo como destino, una pobrísima calidad de oferta y un producto muy caro con niveles muy bajos de satisfacción del universo de visitantes. Foto: EFE.
Saltando a sus hermanos de la Unión Europea, a pesar de contar con hospitales abarrotados de pacientes con la Covid-19 y con menos de un tercio de su población vacunada, Grecia recientemente estrenó sus fronteras al turismo, incluyendo países fuera de Europa.
Es una gran apuesta y una enorme borrasca que bien pudiese costarle muy caro a la península Helénica. Pero con más del 20% de su economía dependiente de la industria sin chimeneas, sus autoridades confirman que "no les queda de otra".
El Departamento de Estado de Estados Unidos, importante fuente del turismo griego, aún ubica a Grecia bajo la designación de la Covid-19 Nivel 4: "No viaje", el mismo calificativo que Panamá.
Indistintamente de la designación, la mayoría de los turistas se encuentran indecisos, con una actitud de "espera para ver qué pasa" antes de asumir el riesgo, tema evidente en las cifras de cancelaciones.
Panamá es un caso paralelo. Siempre hemos sido de la opinión que, a pesar de todas las excusas y vaivenes, la solución a la pandemia sería la vacunación agresiva de la población. De nada sirve anunciar la apertura al turismo si no llegan los visitantes, o peor aun si se presentan de geografías muy afectadas por la pandemia como actualmente son Colombia, Brasil e India, para citar algunos ejemplos.
El enfoque del gobierno, ya que no ha sido evidente su acervo hasta el momento, debe estar enfocado en maximizar la cantidad de vacunas para asegurar la inmunidad de rebaño lo más pronto posible. Todo lo demás está en segundo plano. Esto aplica al turismo y a la economía en general.
Dado el bajón en la demanda por vacunas en Estados Unidos y la agresiva campaña de vacunación emprendida por la administración Biden, que arroja actualmente 120 millones de ciudadanos ya plenamente vacunados, el momento se presta para que nuestras autoridades negocien la aceleración en el ritmo de vacunación que nos colabore con la meta de vacunación plena lo más expeditamente posible.
Gozando de una cobertura global de vacunación istmeña, la economía se podría permitir el lujo de la apertura al turismo y de todos los otros elementos claves para un vigoroso crecimiento tomando las riendas en la geografía de América Latina y el Caribe.
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A lo opuesto de Grecia que "se las está rifando porque no le queda de otra", Panamá lograría no solamente la apertura, sino también un incremento vigoroso en su turismo virtud de la erosión en otros destinos regionales que no llenan los requisitos y permanecerán en la designación Nivel 4 de Covid-19 del Departamento de Estado de Estados Unidos.
Es el momento no solamente de buscar fórmulas para la vacunación masiva expedita sino también para forjar programas que sirvan de atractivo para un turismo que aun observa en Panamá la ausencia de brillo como destino, una pobrísima calidad de oferta y un producto muy caro con niveles muy bajos de satisfacción del universo de visitantes.
Ello implica, por ejemplo, la apertura de cielos que permita transporte aéreo asequible porque resulta actualmente más económico viajar desde nuestros mercados más fértiles, Estados Unidos y Canadá, hacia destinos en Europa que hacia Panamá, a pesar de encontrarse mucho más lejanos.
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