A la fuerza no
El temor de que se reduzcan los premios en las carreras ordinarias es plenamente comprensible.
- Egbert Lewis
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- - Actualizado: 02/1/2020 - 06:47 pm
En los predios hípicos, el 2019 no concluyó con el ambiente de armonía que se hubiera esperado.
Dos incidentes dados en las ceremonias de premiación en dos de los tres últimos clásicos de la temporada pusieron de relieve la inconformidad de un importante sector de la industria hípica.
Primero fue Jorge Ameglio, que en su calidad de dueño de caballos, aprovechó el acto protocolar del evento que se le dedicó para manifestar, entre otros hechos, su inconformidad con el estado de la pista y denunció que tenía varios de sus ejemplares, literalmente, en el dique.
Una semana después, Augusto Boyd P., en su condición de presidente de la Sociedad de Criadores de Caballos (Socrica) aprovechó el micrófono para hacer denuncias similares, incluyendo la ausencia del calendario de clásicos para el 2020, pese a que al momento de su protesta, solo faltaban dos días para iniciar la nueva temporada.
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Con este ambiente de tensión y con el sinsabor que quedó luego de que a Augusto Boyd se le cortara el micrófono y se le quitara de las pantallas para que su mensaje no tuviera el alcance deseado, se inauguró el nuevo año con la celebración de la carrera homónima en honor al brillante entrenador panameño Alberto Paz Rodríguez.
Ese día no le cedieron la palabra a Paz Rodríguez y a ninguno de los protagonistas y triunfadores del evento. Fue como echarle más sal a la herida.
Ya hemos dicho que, aunque esperamos más, la empresa Hípica de Panamá S. A. ha realizado algunas inversiones en los últimos doce meses, que debemos reconocer. También se ha hecho mucho por la transparencia del espectáculo de las carreras de caballos, pero necesitamos más.
Quienes observamos lo que sucede en el hipódromo desde arriba, por los lados y muchas veces desde adentro, reconocemos como justas las reclamaciones que recientemente han hecho de manera individual varios inversores del negocio.
Es cierto que la demorara en presentar el calendario clásico es un despropósito, al igual que el estado de las instalaciones están urgidas de cariño.
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El recelo sobre la posibilidad de que se reduzca la bolsa de premios es comprensible. Hacer eso sería un golpe muy rudo al industria.
Por lo pronto lo que está decidido es la reducción de los premios del calendario de clásicos, que hasta donde se ha informado será por el orden de los $300,000. Esto, ciertamente, es una reducción de los premios de manera indirecta. Lo único salvable es que no se tocan, por ahora, las bolsas de las carreras ordinarias que son las que tocan a la mayoría de los dueños de caballos.
Se dice que los primeros seis meses de este año están asegurados; después, si no mejoran las cosas, que Dios los coja confesados.
Se trata de temas delicados sobre los cuales hay que dialogar para que todas partes salgan lo menos afectadas posibles.
Para ello debe respetarse la libertad de la gente para que expresen su sentir. Cortalos, evitar que la gente los escuche y que se enteren de los que sucede, no es nada que bueno para la imagen de la empresa y muchos menos para la hípica y los hípicos.
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