Sobre las realidades fragmentadas del país
Esa gran verdad, que se encuentra más allá de discusión alguna, ha pasado desapercibida en medio de la crisis nacional que recientemente hemos vivido.
Sobre las realidades fragmentadas del país
Solo hay un camino seguro hacia la riqueza; aumentar el ingreso y moderar los gustos. En una sociedad conformada por diversos sectores, que viven realidades muy distintas, no se puede pretender que los gustos también sean uniformes; lo que indica que moderación y aumento son conceptos que varían entre nosotros.
Esa gran verdad, que se encuentra más allá de discusión alguna, ha pasado desapercibida en medio de la crisis nacional que recientemente hemos vivido. Desde una perspectiva de gremio, se ha querido entender al no agremiado; desde una realidad del empleado formal se ha pretendido imponer criterios uniformes al empleado informal; como residentes de un área urbana, con acceso a agua potable y suministro eléctrico, se hacen peticiones a quienes no conocen en forma permanente el suministro de necesidades básicas. No somos un país multicultural, pero sí somos un país multisectorial, conformado por sectores muy distintos, aunque no irreconciliables. Para entender este rompecabezas, cada pieza cobra su importancia, dentro de la realidad en la que vive. Somos como un florero roto, que necesita unir sus piezas fragmentadas.
Sin dejar de valorar el gran aporte, por ejemplo, de los agricultores de hortalizas, tenemos que entender que cientos de miles de panameños no consumen hortalizas diariamente, porque sus ingresos diarios no se lo permiten. A esos sectores que carecen de los medios para adquirir ese alimento, no se le puede abordar con el discurso de que sean solidarios para que otros puedan consumir lo que para ellos no consumen. Igualmente, a esos sectores informales que viven diariamente la tragedia de no tener ingresos consistentes, y que son empujados hacia esfuerzos que solo les procuran el ingreso diario, no se les puede pedir que borren por completo su temor al hambre, para que simplemente sean empáticos y comprensivos con aquellos que diariamente no conocen el temor que sufren. A los que no utilizan el transporte público, no se les puede demandar la comprensión espontánea de que la apertura de las vías es importante para un macro desarrollo que jamás alcanza sus hogares. No es, entonces, que los gremios, las asociaciones y los empleos formales sostienen nuestra economía criolla, es que hay indicadores que son casi artesanales, que se cumplen dentro de esos mestizajes diarios que muchos se resisten a entender.
Esa desfragmentación de Panamá se debe unificar y articular, primero, antes de que pretendamos ser una nación que marca cifras falsas en las estadísticas mundiales de la economía global. Algunos gremios asociados, que deliberan dentro de salones refrigerados, pretenden que seamos un país pionero en la industria de turismo, pero desde que se pasa el puente hacia nuestro interior, la vía se ve adornada con mascotas muertas que, alguna vez, han sido parte de familias y de hogares, sin que esos despojos sean siquiera sepultados dignamente. Pretendemos ser ejemplo de la comunicación global, pero sufrimos de una vialidad que solo encuentra condiciones aptas para los vehículos todo terreno.
Queremos ser ambientalistas de primer mundo, abrazándonos a árboles que viven muy remotamente en el corazón de nuestras selvas, pero consentimos que en el corazón de nuestra capital exista un riesgo de contaminación sin precedentes, desatendiendo esa bomba de tiempo de Cerro Patacón, con la que convive más de un millón de personas cuya salud podría estar en riesgo. Todo se puede mejorar, pero no en la forma en que los medios de comunicación y los sectores organizados de la sociedad pretenden hacerlo; abrazándose a mentiras. La formación falseada que circula en redes de un país pionero, innovador, con tecnología de punta, es simple fruto de la imaginación de los manipuladores de nuestra sociedad.
Afrontemos nuestra realidad, comprendámosla primero, para integrarla luego y hacer patria, como una nación unida. Dentro de los marcos de una sana convivencia, ninguna realidad fragmentada debería prevalecer sobre la otra.
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