Perdiendo poder
Las acusaciones de corrupción, lavado de capitales, nepotismo y las múltiples situaciones de novela venezolana que han protagonizado no harán sino ayudar a la caída del secretario general en las próximas votaciones. El 4 de mayo se decidirá el próximo presidente de la capital de España y la casa púrpura no se ve entre los ganadores.
¿De dónde sale el control de los que mandan, de los altos puestos, de los ejecutivos, de los gobiernos?, ¿Qué es lo que les entrega la habilidad de poder influir en todo aquello a lo que su sombra toque?, ¿cuál es el cáliz del que emana el poder de las autoridades? Ese misterio se encuentra en el mismo objeto al que oprime, sus subordinados. Son las mismas columnas que mantienen sus pesados tronos a flote las que aún siguen regalándoles la omnipotencia carnal e imperfecta.
Y son las breas que brotan de estos asientos las que engullen la humanidad del desprevenido que se deje engatusar por las bondades de un título. Por eso, y al contrario de lo que se cree, no se puede presumir de un gran intelecto para entrar en la competencia por un puesto oficial, la notoriedad y la importancia de este eliminan y neutralizan los movimientos maquiavélicos que se hubiesen podido haber hecho bajo el velo del anonimato. El mayor truco del Diablo es hacernos creer que no existe.
¿Y qué ideología se alimenta más de las bases de sus estructuras que las de Marx y Engels? Una empinada cuesta abajo es lo que está enfrentando la izquierda política en el continente que vio nacer estos ideales. Lo opuesto a lo que está sucediendo en América Latina, donde ya son más de media docena de países los que han abrazado la radicalización zurda en sus gobiernos, en Europa son los partidos de derecha los que ven en el horizonte oportunidades de llegar a la panacea estatal.
En Hungría, Polonia y Austria son los diestros los que tienen la autoridad en el Estado. Le Pen ya se ve como una clara candidata para llegar al control de la Galia. En España, ambos partidos de derechas están más cerca de pactar de lo que ellos mismos creen. Reino Unido siempre ha ido marchando a su propio son, pero alejado de las ideas del este y Alemania ya se está planteando un futuro lejos de Merkel.
Pero alejémonos de las suposiciones, de los sueños inconclusos, de la imaginación. Sumerjámonos en los datos y situaciones reales. Un hecho importante y, que como todos los hechos importantes, pasó desapercibido fue el rechazo de las comunidades obreras al “candidato del pueblo”, Pablo Iglesias. El intelectual de supermercado que decía ser el salvador de los derechos de los parias. Al campeón de los desamparados le han escupido en la cara aquellos que juró defender.
Parece que su pozo del eterno gobierno se está secando. Las largas garras que sujetaban los barrios obreros del país y, en especial, de Madrid, su joya de la corona, parecen estar dejando de tener el mismo agarre que antes. Sus verdaderos colores ya calaron en la mente de los que una vez creyeron en él. Ya se le ha caído la máscara y se le ha etiquetado como ‘casta’, como tránsfuga de ideas, trapecista de poderes. Son esas cicatrices las que derrumban imperios, es la desaparición de las murallas de la gente lo que hace caer tiranos.
El nacimiento de un astro se crea a partir de una supernova, la explosión de una superestrella. Y estamos frente a la que puede ser la implosión más grande de las últimas décadas. Una derrota en las elecciones supondría el fin de un partido que ya huele a muerto. Las acusaciones de corrupción, lavado de capitales, nepotismo y las múltiples situaciones de novela venezolana que han protagonizado no harán sino ayudar a la caída del secretario general en las próximas votaciones. El 4 de mayo se decidirá el próximo presidente de la capital de España y la casa púrpura no se ve entre los ganadores.
Estudiante panameño en España.