Todo lo bueno
Porque, como un atardecer que se marca en nuestra memoria, el bien es la sublime esencia del contrato humano con Dios.
Todo lo bueno
Porque es el viento divino que nos susurra al oído. Porque es la caricia de la bondad que nos señala el camino. Porque el sufrimiento que causa es bien recibido, hasta esperado, en el que actúa. Porque, como un atardecer que se marca en nuestra memoria, el bien es la sublime esencia del contrato humano con Dios.
Lo bueno es bello, lo bueno es valiente, lo bueno es lógico, lo bueno es bueno. El bien, al contrario de su primitivo equivalente, es racional y organizado.
El bien es una meditación, un proyecto, un plan, una estrategia; esa es la razón por la que el bien es distinto al mal. Porque se manifiesta hasta en la más diminuta acción, porque nos muestra, de manera tímida y traslúcida, los pilares del cielo, la razón de la religión. El bien es un árbol que tapa al desfallecido, unadelicada gota de agua que se cuela en la boca del sediento, es fruta para el hambriento y medicina para el enfermo.
El bien hay que buscarlo, pero no en la lejanía del exterior, sino dentro del profundo laberinto de nuestra propia alma. Porque el bien está en nuestro sistema, se esparce como un virus dentro de nuestro ser para sellar el destino del prójimo. Porque el bien es abnegado, misericordioso, dadivoso.
Porque el bien es para los demás. Eso es lo que nos hace escapar de la asfixiante jaula del barbarismo, es la piedra angular de vetustas ideologías occidentales. El bien es claridad y control, el bien es un futuro hecho presente, el bien es desafiar a las Parcas y ganar. Porque el bien nace de la más preciosa joya, del más puro sentimiento, el bien nace del amor. Del amor despojado de toda fobia y sugestión, carente de todo odio o rencor, del amor más celestial que se puede sentir, porque hacer el bien regocija hasta al más amargado y alegra hasta al más deprimido.
El bien, al contrario de lo malvado, es de naturaleza divina e inexplicable. Es sacrificarse por alguien que te odia, es un pelícano que alimenta a sus crías con su propia carne, el mayor sacrificio que se puede hacer por la humanidad. De ahí brota nuestro espíritu. Es tener frente a ti una gran mezcla de posibilidades y decidir desviar el destino, chocar contra las costas de la incertidumbre y encender la fogata de la certeza. El bien es saber que es lo mejor, porque el bien es la sangre de una deidad mayor que nos cubre con la gloria de lo virtuoso.
El bien nos hace humanos y humaniza hasta a la bestia más peligrosa. El bien es el acto más bello que se puede realizar, es la armonía más maravillosa de todas las almas juntas. El bien es lágrimas y cariño, es sangre y carne, es calor y fuego. El bien es tan reconocible, tan preciso, que su aroma se reconoce a millas de distancia.
Es una pistola que se niega a disparar, es un niño salvando a su hermano, es una multitud unida contra la catástrofe. El bien es la seguridad de saber que aunque mañana los escombros tomen el horizonte, la tediosa angustia de la tristeza alce su blasón en la cúspide de la montaña más alta, aunque el maniqueísta intento por suprimir la vida se convierta en rutina, aquello que nos hace más que animales tomará las riendas del azar.
Porque la conclusión de un malévolo propósito no trae alegría, por los beneficios recogidos de una malvada odisea no brindan paz, la vida no es vida sin las brillantes consonancias de algo bueno.