Romanceo en el Panamá de los años 20: pacos y mujeres, permanente novela
El amor de los policías por las empleadas domésticas que trabajaban en San Felipe, zona exclusiva de los años 20 y sus constantes coqueteos con ellas, eran tan conocidos que El Gráfico en su edición del 17 de agosto de 1929, publicaba este gracioso anuncio: "Muchacha de Adentro. Se necesita para cuidar un niño. Condiciones: algo feona para que no guste a choferes ni policías. Exígese certificado de Julio Alvarado, perito en belleza femenina."
El salario de un policía en los años veinte, no era mucho, pero para una empleada doméstica sí era algo. De hecho, para su gusto era tan atractivo que podía incitarla a tomar la iniciativa en el lance amoroso. Foto: Freepik.
Si hay algo que la mujer admira en un hombre es su fuerza y autoridad, es por eso que ni al delincuente ni al policía, nunca les hace falta. Muchas de ellas son atraídas por el aura de peligro que rodean a estos individuos, dejando de lado las consideraciones morales, en muchos casos. Como en el caso del peligroso delincuente Jesús "Chucho" Guaracas de quien se afirmó que llegó a tener 22 amantes, pero que terminó muerto de 5 disparos en un enfrentamiento con el ejército al sur de Bogotá en 1965.
Y esto es así en todos los tiempos y sin importar el país. Por eso no nos sorprende la proliferación de enredos amorosos entre panameñas de principios de la década del 20, del siglo pasado y policías o soldados del ejército estadounidense. Como dato curioso, para diciembre de 1920, había un grupo de soldados puertorriqueños en Panamá, militando bajo las órdenes de Estados Unidos. Estos se habían vuelto muy populares entre el elemento femenino capitalino, lo cual naturalmente, despertaba el malhumor de los panameños, por lo que un individuo que se denominaba "GAPCO" publicó en El Ají, periódico de la época, de 25 de diciembre de aquel año, la siguiente rima:"mujer del solar istmeño:el soldado borinqueño, tu cruel burlador de ayer de nuevo visita el Istmo... ¡Tenle horror a su cinismo y ponte en guardia, mujer..." Pero tranquilos, que para el nacional también hay rosas...
En la sección "Cosas que chocan" del mismo periódico del 3 de diciembre de 1921, que trataba como su nombre lo sugiere, sobre situaciones incómodas que se daban especialmente en la ciudad de Panamá con cierto toque de humor, pero que necesitaban corregirse, reportaba que en la Avenida B, había una "sirvientita", este era el término usado, que se jactaba en decir que "todos los pacos son de ella." Uno podría pensar que esto tan solo era una cuestión de gustos, de parte de esta entusiasta muchacha, pero el verdadero problema, radicaba en que cuando era de noche, iba por los lados del Banco Nacional, ubicado en aquel entonces en San Felipe, ¡a coquetear con ellos! Una mujer que no esperaba a que los policías tomaran la iniciativa, sino que ella misma lo hacía. De armas tomar.
Sin embargo, los pacos, no se quedaban atrás, porque el agente 394 Augusto N. Quesada, tenía su contubernio amoroso en febrero de 1920 con la chombita Mary, quien muy complaciente para con este agente del orden público, le ofreció suministrarle la comida, algunos reales y ropa limpia ¡para que se quedara con ella!
Muchas cosas buenas tenía que tener este paco a los ojos de Mary, para que ella fuera tan desprendida con sus bienes, cuando lo normal es que el hombre sea el proveedor. Pero él en particular era tan bárbaro que le daba de golpes a otra mujer que tenía y que era panameña.
Por estos hechos El Ají, le increpó diciéndole que era un granuja. Continuamos con este popurri de relaciones peligrosas, al enterarnos que en 1922, una muchacha que vivía en la calle 14 oeste, peleaba constantemente con su madre y su hermana a causa de sus amoríos con un policía, sin que les sea posible hacerla entrar en razones.
Notas de ese tenor era común encontrarlas en publicaciones de principios de los años 20 del siglo pasado. De la noticia anterior, llama la atención que no se diga alguna razón específica por la cual estas mujeres querían que la muchacha en amoríos con el policía dejara de tenerlos. Las "sirvientitas" en este tipo de notas sobre romances con pacos, aparecen con frecuencia. Tal vez hacían caso a aquella famosa canción sobre el tambor de la alegría, escrita por Pastor Paredes en 1918, pocos años antes de estas anécdotas: "muchacha no seas tonta cásate con policía, yo quiero que tú me lleves al "Tambor de la Alegría, Que ganan noventa peso trabajando noche y día..." .
Era una manera de subir en la escala social para ellas porque las mujeres tienden a la hipergamia, en otras palabras, a casarse buscando una pareja con estatus superior al suyo. Tal vez para un comerciante, el salario de un policía en los años veinte, no era mucho, pero para una empleada doméstica sí era algo.
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De hecho, para su gusto era tan atractivo que podía incitarla a tomar la iniciativa en el lance amoroso, como aquella que en 1921, trabajaba en una casa situada en la Plazuela de Arango, ubicada en San Felipe donde se jugaba la lotería en los años cuarenta, que según El Ají, no tenía "escrúpulos en bajarse al zaguán y ponerse a hablar durante horas y horas, con un señor paco, olvidándose por completo de sus quehaceres y el otro de que es guardián de la sociedad."
Los allegados a este periódico, ¡tenían ojo de zahorí! El amor de los policías por las empleadas domésticas que trabajaban en San Felipe, zona exclusiva de los años 20 y sus constantes coqueteos con ellas, eran tan conocidos que El Gráfico en su edición del 17 de agosto de 1929, publicaba este gracioso anuncio:"Muchacha de Adentro. Se necesita para cuidar un niño. Condiciones: algo feona para que no guste a choferes ni policías. Exígese certificado de Julio Alvarado, perito en belleza femenina."
Licdo. en Geografía e Historia.