Del calor al frío
...porque viajando en la dirección contraria nos encontramos con destinos en temporada baja, lo que implica pasajes más baratos, alojamientos más económicos y la fortuna de poder visitar los sitios de mayor interés turístico, prácticamente vacíos...
Mientras la gran mayoría de los turistas, escudriñan cálidos (y caros) destinos, nosotros contamos con la bendición de hacer exactamente lo opuesto. Foto: EFE.
Como diría recientemente mi asistente, Carlos Orobio Piedrahita, durante una diligencia en pleno tranque capitalino ante el atisbo de una mañana soleada con cielos claros: "pinta el verano". Irónica observación, pues a un soplo llovían sin cesar gatos y perros.
En estas coyunturas del inminente invierno en el hemisferio norte, el turismo, en su mayoría, rastrea las cálidas playas de Tahití, Hawái o el Caribe, porque a pesar del comentario de Don Carlos, el verano tropical se encuentra a la vuelta de la esquina.
Empero las vicisitudes de la pandemia, ya los más osados han desempolvado sus telarañosas maletas, y los tímidos, ante el panorama de la aparente inminente recuperación, muy de cerca le siguen los pasos.
Tendríamos que hacer un paréntesis, no obstante, por las variables tendencias en el comportamiento del virus. Que si Delta u Ómicron, ya todos nos hemos convertido duchos del tema de la Covid-19. Y estamos hartos. Pero si seguimos las reglas del juego, pronto veremos la luz al final del túnel.
Esta última variable, de aparente origen sudafricano, nos ha ilustrado que no podemos progresar hasta que el último ciudadano del mundo sea inoculado. Por un lado, tenemos que vacunar a todos, sin distingo de geografía o economía, igualito que los gringos hicieron a inicios del siglo pasado en Panamá (y el resto de los trópicos) para conquistar la fiebre amarilla.
Por el otro, aislar sin reservas, a aquellos absurdos sujetos que reniegan la vacunación, porque ello no permite la victoria final sobre el virus. Claro y sencillo, para viajar, para salir de su domicilio, para utilizar el transporte público, para todo, las autoridades deben exigir la prueba de vacunación. Porque estos individuos son egoístas, paradójicos e ignorantes, tal cual aquellos que han agredido al personal de vuelos por su insistencia en no portar mascarillas a bordo de los aviones.
A estas alturas del juego, resulta extraño que las aerolíneas aun no exijan la plena vacunación para volar, tal cual los cruceros, que de no acoger estas medidas de sanidad tendrían serios problemas con los desembarques de sus pasajeros en cada escala de su itinerario.
Todo esto hace sentido común. Basta con un contagiado, a pesar de todas las medidas que nos pregonan, para regar el bichito al desafortunado viajero que se encuentre cerca. Gracias a Dios, la mayoría de los destinos exigen resultados negativos en las pruebas de la Covid-19 para poder abordar las aeronaves.
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Mientras la gran mayoría de los turistas, como señaláramos anteriormente, escudriñan cálidos (y caros) destinos, nosotros contamos con la bendición de hacer exactamente lo opuesto, porque viajando en la dirección contraria nos encontramos con destinos en temporada baja, lo que implica pasajes más baratos, alojamientos más económicos y la fortuna de poder visitar los sitios de mayor interés turístico, prácticamente vacíos, cumpliendo así a cabalidad con las medidas de distanciamiento, habitualmente imposibles en temporada alta, como por ejemplo arrimarse a la Mona Lisa en el museo del Louvre en París a mediados de agosto, sin ser rodeado por una oleada de humanos, que en búsqueda de aquella misteriosa sonrisa agigantan las posibilidades de un encuentro con el bichito.
Entonces, no se queje, porte su abrigo y sus guantes, atavíese con una vistosa bufanda y goce la oportunidad de alejarse del oprobioso hervir del mediodía istmeño, tirite el frío por unos días como lo hacen aquellos pocos y afortunados compatriotas que laboran en frigoríficos de supermercados y se deleitan al exhalar humo en pleno trópico, porque a fin de cuentas, en las postrimerías de la jornada, regresará para gozar de un cálido baño de playa o río en pleno verano.
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