opinion
El Congreso Anfictiónico y el Centenario de Panamá (I)
Alfredo Figueroa Navarro - Publicado:
Sabemos que la nutrida bibliografía en torno a la figura del Libertador Simón Bolívar llena infinidad de anaqueles de cualquier biblioteca y que Panamá se ha distinguido por rendir fervoroso culto a su ideario desde muy temprano, como ha ocurrido en nuestras hermanas vecinas repúblicas de Iberoamérica -recordemos las alusiones a muchos ensayistas istmeños registradas por el alemán Gerhard Masur en su sólida biografía del épico forjador de naciones, como, por ejemplo, los trabajos de Ricardo Joaquín Alfaro, Harmodio Arias Madrid, Catalino Arrocha Graell, Ernesto Castillero Reyes, Héctor Conte Bermúdez, Octavio Méndez Pereira, Fabián Velarde, y en el siglo XIX Juan Bautista Pérez y Soto, a los que habría que agregar los nombres de Justo Arosemena y del humanista y filólogo José de la Cruz Herrera -autor de una trilogía biográfica bolivariana publicada en Buenos Aires, Caracas y la Ciudad de Panamá- queda fuera de toda duda la legitimidad del sentimiento positivo hacia el accionar de Bolívar que ha inspirado a tantas figuras panameñas de antaño y hogaño, sentir dichosamente compartido por quienes integran la nación panameña.Se admira en extremo a Bolívar y sus escritos constituyen, para la generalidad de los habitantes de este país, fuente nutricia de auténtico hispanoamericanismo y republicanismo de buena ley.Releyendo cuanta biografía circule del grande hombre, al repasar el capítulo respectivo al Congreso de Panamá, invariablemente se adelanta que fue exitoso aun cuando fracasara en apariencia.Bolívar lo sabía en Lima.Nuestras recién emancipadas repúblicas no estaban listas para refrendar sus augustos, utópicos proyectos continentales.Por una parte, ni la Argentina, ni Chile ni el Brasil aceptaron la invitación.Bolivia tampoco asistió a las deliberaciones.El gobierno de Washington nunca miró con buenos ojos la convocatoria.Al principio, México se mostraría escéptico.Los delegados peruanos cuestionaron los designios del Libertador.Bolívar deseaba formar una potente Liga Americana que se opusiera a la Santa Alianza formulada en el Congreso de Viena.Por ello afirmaba que "...el día en que estos plenipotenciarios cambien sus credenciales (en Panamá), se considerará inmortal en la historia de América.Cuando, después que hayan pasado cien años y la posteridad haya hecho investigaciones sobre los orígenes de nuestro Derecho Internacional, se acordará de los tratados que han fortalecido nuestro destino y los tratados del estrecho de Panamá se recordarán con respeto".A propósito del programa del Congreso Anfictiónico, sostuvo el malogrado historiador alemán Gerhard Masur que comprendía los siguientes puntos: "Los Estados del Nuevo Mundo se unirían bajo un derecho internacional común.Habría una base de igualdad en sus mutuas relaciones.Todo miembro de la Liga que se niegue a aceptar sus resoluciones debe ser expulsado.La Liga debía tener la facultad de mediador y arbitrar todas las disputas que surgieran entre los miembros, así como entre un miembro y una potencia extranjera.Si una agresión externa o anarquía interna amenazaran la existencia de cualquier miembro, la Liga debería prestarle asistencia.Habría que abolir las discriminaciones raciales.Debería rechazarse todo nuevo intento de iniciar experimentos coloniales en suelo sudamericano.Había que abolir el comercio de esclavos.Era preciso liquidar todos los vestigios del poder español en el Nuevo Mundo.América debería abrirse al comercio inglés y servir de cabeza de puente económica entre Europa y Asia.Los ingleses deberían tener los mismos derechos que los ciudadanos sudamericanos y éstos emular a los ingleses y adoptar su código moral.De los puntos enunciados se desprende claramente que Bolívar estaba obsesionado por su admiración hacia la Gran Bretaña".Por otra parte, Estados Unidos de América, en 1826, no compartían la tesis de la abolición de la esclavitud ni aceptaban que florecieran conatos independientes en el Caribe (vale decir, la liberación de Cuba y Puerto Rico), ya que éstos amenazarían el influjo norteamericano en la región.Por ello, Wáshington se mostró cauteloso ante la invitación a participar en el Congreso Anfictiónico de Panamá.Pese a la anglofilia expresada por Bolívar, la misma Inglaterra recibió con frialdad el llamado del Libertador a concurrir a las sesiones istmeñas, por cuanto la posición del caraqueño le parecía en extremo quimérica.Resumiendo los juicios de varios estudiosos, entre las resoluciones aprobadas en el Congreso Anfictiónico sobresaldrían las siguientes: Las cuatro repúblicas presentes elaboraron un tratado de alianza interna abierto a todas las repúblicas hispanoamericanas.La novel federación habría de tener un ejército y una escuadra, apoyados por todos los Estados integrantes.A esa fuerza armada competía la defensa de todos los asuntos de nuestra América.Una Asamblea, representativa de los Estados federados, debía reunirse cada dos años o, en caso de conflagración, anualmente.Habida cuenta del clima insalubre de Panamá, se resolvió que las futuras deliberaciones se cumplirían en una población mexicana.Como se observa, no se estableció una Liga de Naciones latinoamericanas.El Libertador quedó en exceso desilusionado al enterarse de lo discutido en el monasterio de San Francisco en una de cuyas salas estamos reunidos.A Bolívar preocupó que las conferencias se reanudaran en México por su proximidad respecto de la Unión Americana.Pese al fracaso aparente del Congreso Anfictiónico, es decir, la no cristalización de una Liga Americana, varios son los éxitos a largo plazo del esfuerzo de Bolívar.Éste fue el primero que preconizó el arbitraje internacional en el Hemisferio Occidental y uno de los zapadores de la idea de la abolición del comercio de los esclavos y de la defensa común del Hemisferio.Bolívar confesó a un interlocutor privado lo siguiente: "Convoqué el Congreso de Panamá con el objeto de crear sensación.Mi ambición era elevar el nombre de Colombia y de las demás repúblicas de América del Sur a la atención de todo el mundo...Nunca creí que de sus deliberaciones resultara una Liga Americana".Sin embargo, el Libertador, como impenitente visionario, se adelantó a su tiempo al vislumbrar la oportunidad y pertinencia de múltiples instituciones internacionales que florecerían un siglo después.Hoy por hoy preguntamos: ¿Cuál es la relación entre otro aniversario del Congreso Anfictiónico de 1826 y la próxima conmemoración del Centenario de la República de Panamá? Entre ambas efemérides existen evidentemente semejanzas y diferencias.La primera fecha marca el inicio de un proyecto hispanoamericanista -la creación de unos Estados Unidos de Latinoamérica- al parecer siempre frustráneo, otorgándole a Panamá -al estrecho de Panamá como lo califica el Libertador- un papel protagónico en la consecución de ese vasto esquema, como sede de las deliberaciones del famoso cónclave y tierra de apertura y convivialidad.Destino advertido en su Carta de Jamaica, escrita en las postrimerías del coloniaje, donde señala Bolívar la vocación mediadora del Istmo como puente interoceánico y punto de encuentro de los pueblos del orbe.Las premonitorias cavilaciones jamaiquinas de aquel joven caraqueño conferían a nuestra patria una importancia inusitada entre las comunidades del globo.Es un hecho que Panamá cumplió esa misión a lo largo del siglo diecinueve al inaugurase el ferrocarril transístmico y desde los albores de la vigésima centuria gracias a la perforación del Canal interoceánico, cuya construcción está íntimamente vinculada al nacimiento de la República de Panamá.(La segunda y última entrega de este artículo se publicará próximamente)